Ante la cantidad de gente concurrida, se le pidió a un patrullero que custodie el lugar, por temor a que algún infiltrado pudiera alterar el orden el la asamblea barrial que habían convocado a través de volantes repartidos en el barrio durante los días previos.
La herida del ramense sigue viva, a su paso, los autos se paraban y apoyaban o aplaudían la iniciativa de los frentistas y agregaban más leña al fuego, al pedir ayuda para denunciar otros casos dados en distintos puntos de la ciudad.
El primer punto, fue reclamar la calle Tacuarí, interrumpida entre Alvear y Rondeau para que vuelva a la comunidad, ya que la fábrica dejo de existir. Después, llegaron fuertes quejas y denuncias contra el propietario, quien realiza la demolición sin cumplir las normas correspondientes. Relataban que por no desratizar, la zona sufre una invasión de ratas de tamaños considerables aunque no tardaron en llegar los reclamos ante la falta de medidas de seguridad que hay en la demolición y que para los vecinos es un verdadero peligro transitar por las veredas de dicha fábrica.
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