Para frenar la inseguridad hay que retomar valores en la familia
Los padres han renunciado a su primer y principal papel como es el de educadores, sin embargo, sostiene que como están las cosas, esto tiene que ser un trabajo conjunto, entre progenitores y maestros, porque incluso juntos va ser difícil educar y separados imposible, porque vivimos en un contexto de violencia y maltrato, donde la sociedad está sembrando valores de egoísmo y de individualismo
Mientras no volvamos a los valores y principios fundamentales como el respeto a la vida, solidaridad, amor y honestidad no habrá futuro para el país. También hace falta que padres y educadores se comprometan a construir el ciudadano que necesitamos.
En materia de inseguridad se habla mucho de que las fallas están en el incumplimiento de las leyes a la hora de penalizar un delito.
Aunque se ha instalado la cultura de la impunidad como la enfermedad más letal, también es cierto, que como en cualquier patología, la prevención es fundamental y es ahí donde juega un papel indispensable la educación.
Pero esa educación o formación de que hablamos, no se limita a enseñar que “dos más dos son cuatro” o a cuánto sabemos sobre historia, lengua y literatura, y otras materias. No, se trata de enseñar a esos niños y adolescentes las reglas fundamentales de cómo ser en el futuro esos hombres y mujeres de bien, que antes de dar un paso en falso, escuchen muy en su interior los primeros consejos que les inculcaron sus padres y que continúan los maestros en sus aulas.
La solución a la ola de violencia que provoca la inseguridad está en la educación, parte de que la familia es la escuela más importante de valores y antivalores, puesto que la mayor parte de las cosas que uno valora, quiere, respeta y teme las hemos aprendido en la casa.
La familia ha olvidado su papel
“Pero ha pasado que la familia ha olvidado su papel de primera y principal educadora para delegarlo en la escuela. Los padres no saben cómo educar a sus hijos y esperan que un maestro, que tiene cuarenta niños, lo haga”.
Mientras los padres no empiecen ha entender que la familia es el sustrato de la sociedad que es el lugar dónde se van generando las actitudes y los valores fundamentales –recalcó-, es muy poco lo que se puede hacer para frenar lo que está sucediendo.
Por otra parte, hay un desencuentro muy grande entre familia y escuelas, cada una anda por su lado.
Por ello, hay que buscar la forma de unir sus esfuerzos, para que se comprometan a formar a ese niño o niña sujeto de derechos y deberes.
Padres y maestros se necesitan. Incluso, aún juntos va a ser muy difícil educar y separados, imposible, porque vivimos en un contexto de violencia, de maltrato, de “deseducacion”, donde la sociedad está sembrando valores del egoísmo y del individualismo.
“Anteriormente todos éramos educadores. En la familia, en la escuela, en la calle y en la Iglesia se predicaba lo mismo. Buscábamos el bien y evitábamos el mal. Todo el mundo sabía que robar era algo malo y, de hecho, la gente te decía “pobres pero honrados”. También sabían que irrespetar a un adulto era algo indebido y nos sentíamos con autoridad de decir “respete” aunque no conocíamos a esa persona”.
Hoy en día los padres han renunciado , a su primer y principal papel como es el de educadores y la ética se ha reducido a dos principios: “Todo vale si me produce poder, si me produce ganancias, si me produce placer y el fin justifica los medios”.
Vivimos en una cultura donde vemos como normal el acoso, el maltrato y la violencia. El gran problema es que la violencia se está volviendo una cultura, un modo de tratarnos unos con otros: “Por cualquier cosa y en cualquier sitio nos insultamos, nos agredimos”.
“La fábrica de delincuentes está en la sociedad porque hemos perdido los valores esenciales y hemos interiorizado una cultura del desamor, del egoísmo, del individualismo y del consumismo y no somos capaces de entender que debemos cambiar esa cultura o no tendremos mucho futuro”.
Más de 15 millones de armas en la calle
La inseguridad parece no tener freno pues nos estamos familiarizando con la violencia a tal punto que la mayoría ve como normal que haya más violencia en el mundo, haya más de 15 millones de armas en la calle, sin permiso y en manos de personas de diferentes edades, en el país
“Un niño que se desarrolla con muchas carencias afectivas, culturales y educacionales asociadas a la familia, a la comunidad que lo rodea, lo más posible es que sea un futuro delincuente”
Explica que en la actualidad vemos como la mayoría de las familias está conformada por la madre y sus hijos. Esto indica que falta el padre y, por tanto, socialmente la mujer ha tenido que de alguna manera incursionar en el medio laboral para sobrevivir. Así deja su rol principal, como es el de ser madre.
“Muchos de los niños de hogares donde no hay un padre y la madre ha tenido que salir a la calle a trabajar, se quedan con algunos miembros de la familia como abuelos o tíos, pero un gran porcentaje se quedan solos expuestos a muchísima televisión viendo contenidos agresivos que los predispone y no están acordes con ellos”
Señala que es ahí cuando se va produciendo una carencia de esa formación en valores y principios, como solidaridad, amor, respeto, honestidad.
Por otra parte, hacen falta también la puesta en marcha de políticas de Estado para combatir la inseguridad, porque en estos momentos, aunque son importantes, los planes y programas están más dirigidos a la vivienda y alimentación.
EL ESTADO SIEMPRE DEBERÁ ESTAR PRESENTE CON POLÍTICAS QUE ACREDITEN SEGURIDAD!
María