La percepción es la dimensión subjetiva de la inseguridad, y se distingue de la dimensión objetiva constituida por los hechos concretos de violencia y los delitos. El Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) diferencia entre inseguridad objetiva y subjetiva. La primera refiere a los niveles reales y objetivos de inseguridad, medida en términos de probabilidad de victimización, y refleja el grado de seguridad o de inseguridad; mientras que la segunda es la estimación que cada quien hace sobre el grado de riesgo al que está expuesto. La percepción de inseguridad es una construcción social basada en la evaluación por parte de los ciudadanos de las condiciones de seguridad o inseguridad de su entorno. Su estudio es particularmente importante ya que condiciona la calidad de vida de los ciudadanos, generando, por ejemplo, conductas de autoprotección, como adoptar medidas de seguridad en el hogar o cambios de hábitos en relación a las actividades cotidianas.
Muchas personas viven con miedo a ser robadas o asaltadas; no sólo por el hecho de la pérdida patrimonial como por resultar lesionadas o aún muertas como consecuencia de una acto violento o delictivo. Temen por ellas mismas y por sus familias o allegados, y toman medidas o cambian de hábitos de modo de sentirse más seguras, limitando incluso el pleno ejercicio de sus derechos.
La Iniciativa para la encuesta de victimización delictiva en Latinoamérica y el Caribe (VICLAC) define a la percepción de seguridad como “la proporción de personas que experimentan una sensación de inseguridad de acuerdo a su apreciación subjetiva frente a condiciones de seguridad en su entorno, así como la vulnerabilidad que percibe de ser víctima del delito, enmarcado en su contexto de vida”.
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