LOS DOS TIENEN CAÑA...
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Las soluciones existen
...La ciudadanía tiene todo el derecho a reclamar seguridad,
pero la mano dura no la va a dar. Solo sirve
para atraer votos a través de consignas demagógicas
de solución fácil del problema, que como se ha visto
no funciona en los hechos.
Se requiere atacar con todo vigor al crimen organizado.
La sociedad debe defenderse aplicando todo
el peso de la ley a mafias como el narcotráfico, que
causan daños ingentes. Para ello, deben fortalecerse
la policía y la Justicia.
Pero hace falta una estrategia diferente para la delictualidad
joven, que aborde sus causas profundas.
Las evidencias disponibles indican que más trabajo,
más educación, y más familia son los modos más
efectivos de encararla y de aumentar la seguridad.
Son significativos los resultados de experiencias
como las escuelas abiertas en Brasil y el sistema de
orquestas juveniles en Venezuela.
En Brasil, con apoyo de la Unesco, se abrieron las
escuelas públicas los fines de semanas en áreas muy
pobres, para ofrecer a los jóvenes talleres de literatura,
pintura, música, deportivos, de formación en oficios
y otros.
La respuesta superó todas las expectativas. Acudieron
masivamente, llevaron después a sus familiares,
le tomaron cariño a la escuela, bajó la deserción
escolar y la violencia (Jorge Werthein, impulsor de
la experiencia, 2002).
En Venezuela, José Antonio Abreu (uno de sus
más destacados músicos) creó hace treinta años orquestas
sinfónicas para niños y jóvenes pobres. Tienen
actualmente 300.000 integrantes y han tocado
con gran éxito en los principales escenarios musicales
del mundo.
Uno de los niños humildes que formó, Gustavo Dudamel,
es uno de los más reconocidos directores del
mundo y dirige la Orquesta Sinfónica de Los Angeles.
Cuando le entregaron el Premio Príncipe de Asturias,
Abreu explicó que las orquestas les dieron a los
jóvenes pobres sentido del trabajo en equipo, hábitos
de disciplina y sobre todo les devolvieron su dignidad.
La ciudad de Los Angeles pidió a Abreu y Dudamel
replicar la experiencia para los jóvenes de las
pandillas de dicha ciudad.
Analizando experiencias similares en América latina,
se concluye en un estudio de la Unesco (Castro,
Abramovoy y otros, 2001):
“El arte, la educación, el deporte y la cultura siempre
aparecen como contrapuntos a situaciones existenciales
de violencia entre los jóvenes. Pueden ser utilizados para
la construcción de espacios alternativos de socialización
que les permiten alejarse de las calles”.
En el marco de modelos de economías con rostro
humano, como los que avanzan hoy en la Argentina,
Brasil, Uruguay, y otros países de la Unasur, están
en marcha abordajes y políticas públicas...
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....Un policía en
cada esquina
“Pueden poner un
policía en cada esquina
y no detendrán los
asesinatos en Nueva
Orleáns (después de la
inundación). En cuanto
tengan una gran
población que no está
educada y que no tiene
trabajo ni esperanza,
¿qué otra cosa pueden
esperar que hagan sino
vender drogas? Hasta
que no se arregle eso,
será difícil ver que los...
...mano dura –y la mano superdura– arrestando multitud
de jóvenes pobres, sin ningún resultado sobre las tasas
de inseguridad, concluye:
“Muchos analistas sugieren que el enfoque duro adoptado
por el gobierno está motivado políticamente. Es más fácil golpear
a los integrantes de las maras que encarar los problemas
sociales más complicados que se hallan detrás de su existencia,
como la desigualdad en los ingresos y la pobreza”.
3 La culpa la tienen los jueces
La mano dura sostiene, en Argentina y otros países,
que “los causantes son los jueces que dejan en libertad
a los jóvenes en plazos cortos y después reinciden”.
Estados Unidos tiene la mayor población carcelaria
del mundo desarrollado, con 2.186.000 presos. Eso significa
738 presos por cada 100.000 habitantes, frente
a 82 en Suecia o 77 en Dinamarca.
La población carcelaria de EE.UU. es similar a la de
los que cursan estudios universitarios en el país.
Dos tercios de esos presos, después de que salen de
la cárcel, reinciden y vuelven a ella en menos de 3
años.
Se llama a esta situación “la puerta giratoria”.
¿Por qué vuelven a las cárceles? No es porque los
jueces norteamericanos sean benignos, sino porque a
un joven que en muchos casos llegó a la cárcel por falta
de trabajo, le será mucho más difícil conseguirlo teniendo
un prontuario.
El New York Times (Lewis, 10/6/2009) puntualiza al