EL PASO A LA DELINCUENCIA
El fenómeno de la delincuencia puede considerarse desde una perspectiva social y desde otra jurídica.
Desde el punto de vista jurídico se considera delincuente quien “comete una acción o una omisión contraria a la ley vigente”.
Desde un punto de vista social se puede decir que el delincuente es quien comete “actos dañosos” para con uno mismo, para sus semejantes o para los intereses morales y materiales de la sociedad.
Existen varias teorías que tratan de explicar y en cierto modo predecir la delincuencia haciendo hincapié en sus causas y consecuencias (no todas) en la sociedad.
La primera teoría es la sociológica. La figura máxima de esta teoría es Durkheim. Este sociólogo francés contribuyó eficazmente a la constitución de la sociología como ciencia independiente. Su aportación a esta ciencia consistió en la manera de enfocar el estudio de los hechos sociales como algo objetivo, independiente de la conciencia individual. La teoría sociológica interpreta la conducta delincuente como una respuesta “normal” ante un ambiente malo. El factor desencadenante de las conductas delictivas es la misma sociedad. Es decir, para acabar con la delincuencia y la criminalidad hay que hacer una reforma social profunda del entorno. La teoría sociológica parte de que el delincuente se hace y no nace, los rasgos constitutivos no son heredados, la experiencia es un factor que juega en contra. Todos los ciudadanos pueden ser o delincuentes sangrientos o personas ejemplares (esto va muy parejo al anarquismo ya que esta ideología sostiene que todos somos iguales y es la circunstancia la que nos modifica). Un ejemplo puede ser el mismo joven que se desenvuelve en un medio hóstil y se define como una persona violenta y agresiva dado que su circunstancia es negativa. Sin embargo, la misma persona que crece y es educado en los valores de la tolerancia y la comprensión podrá convertirse en alguien generoso y que beneficie a la sociedad tanto como a sí mismo.
En suma, los delincuentes son miembros sanos que crecen en una comunidad enferma, en una comunidad en la que el estilo de vida delictivo es más accesible y se aprende con más facilidad que las normas de convivencia ética y sociales.
Otra teoría es la que arguye que la contestación es la causa principal de la delincuencia.
La relación reside en que un grupo de jóvenes “contestan” y se enfrentan a la sociedad en forma de grupos y que “se apartan o rechazan positivamente la moralidad de la mayoría”. La máxima figura de este movimiento es Albert Cohen (famoso por aquel 68). Defendía que la clase baja, sobretodo la juventud, se encuentra en desventaja respecto al resto de los componentes de la sociedad. Esto es por lo siguiente: su educación no está a la altura de la de los demás, sus medios económicos son pobres y no tienen influencias familiares para poder aspirar con cargos importantes. Si no pueden unirse a otras clases se enfrentan a ellas, conscientes de su impotencia. Forman una subcultura para ridiculizar la cultura a la que no pueden incorporarse y la convierten en una antítesis de esta cultura. La subcultura se caracteriza por su rebeldía y agresividad. Y esto es lógico porque una característica común a las personas violentas es su inseguridad, se juntan en pandillas o bandas juveniles para protegerse. Manifiestan una actitud conjunta con desprecio a las autoridades que, según ellos, les han rechazado. Esto significa que la conducta delictiva no responde a un afán de lucro, muchos delincuentes corren grandes riesgos por objetos de escaso valor o por cualquier gamberrada. Se explica este comportamiento antisocial con el placer maligno de molestar a las personas que representan lo respetable. Una manera, en suma, de liberar su frustración.
La relación reside en que un grupo de jóvenes “contestan” y se enfrentan a la sociedad en forma de grupos y que “se apartan o rechazan positivamente la moralidad de la mayoría”. La máxima figura de este movimiento es Albert Cohen (famoso por aquel 68). Defendía que la clase baja, sobretodo la juventud, se encuentra en desventaja respecto al resto de los componentes de la sociedad. Esto es por lo siguiente: su educación no está a la altura de la de los demás, sus medios económicos son pobres y no tienen influencias familiares para poder aspirar con cargos importantes. Si no pueden unirse a otras clases se enfrentan a ellas, conscientes de su impotencia. Forman una subcultura para ridiculizar la cultura a la que no pueden incorporarse y la convierten en una antítesis de esta cultura. La subcultura se caracteriza por su rebeldía y agresividad. Y esto es lógico porque una característica común a las personas violentas es su inseguridad, se juntan en pandillas o bandas juveniles para protegerse. Manifiestan una actitud conjunta con desprecio a las autoridades que, según ellos, les han rechazado. Esto significa que la conducta delictiva no responde a un afán de lucro, muchos delincuentes corren grandes riesgos por objetos de escaso valor o por cualquier gamberrada. Se explica este comportamiento antisocial con el placer maligno de molestar a las personas que representan lo respetable. Una manera, en suma, de liberar su frustración.
La teoría de la constitución física sostiene que algunas constituciones son más prospensas al delito que otras. Sheldon y Glueck fueron primero uno y luego otro quienes defendieron esta postura. Sheldon aplicó su cuadro clasificador de los tipos somáticos al estudio de la delincuencia. Según él había tres constituciones distintas:
- la endomórfica: las vísceras de la digestión están muy desarrolladas mientras que las estructuras corporales no lo están. Los miembros son cortos y el abdomen prevalece sobre el tórax. Son obesos en su mayoría.
- la mesomórfica: las estructuras corporales prevalecen, el tronco es largo y musculoso, el tórax es superior al del abdomen en cuanto a volumen. En general el organismo es robusto y regular en su estructura.
- la ectomórfica: aspecto delgado y flaco. Las piernas y brazos son alargados y delgados, musculatura débil y hombros estrechos.
Sheldon obtuvo que entre los delincuentes de Boston prevalecían los mesomórficos y había pocos ectomórficos. Glueck comparó posteriormente 500 delincuentes de dos correccionales de Massachussets y los resultados confirmaron las tésis de Sheldon: había doble número de mesomórficos entre los delincuentes y los ectomórficos eran clara minoría. Los delincuentes mesomórficos eran, ateniéndose a un estudio psicológico, “más activos, vitales y poco inhibidos y sumisos a la autoridad”. Estos rasgos predisponían a la agresividad y a la delincuencia. Los ectomórficos mostraron rasgos más pasivos sumisos e inhibidas.
No hay que olvidar, no obstante, que los ectomórficos también pertenecían al grupo de delincuentes, por ello, no cabe afirmar que existe un determinismo rígido de tipo constitucional.
Otra teoría es la behavionista sobre los rasgos del criminal. Eysenck, el máximo exponente de esta teoría, dijo haber aislado un grupo de rasgos de conducta asociados con la delincuencia. Eysenck fue un psicólogo británico de origen alemán. Investigó sobre la teoría de la personalidad y sobre el tratamiento de la neurosis. Según él el rasgo más significativo que guarda relación con la delincuencia es la extraversión. Los extrovertidos son sujetos expansivos, impulsivos y no inhibidos, amantes de la aventura y de la acción. La introversión es propia de gente retraído y en general opuesto en personalidad a los extrovertidos. Las sensaciones fuertes no son de su agrado y llevan una vida ordenada. Cuando los individuos extrovertidos son inestables emocionales (con tendencia neurótica) son más prospensos a la delincuencia. El mismo rasgo en los introvertidos se traduce en conformismo. Otros rasgos que pueden significar atracción hacia la delincuencia son la torpeza psicomotriz y la escasa condicionabilidad.
La teoría psicoanalítica cree que por el contrario los rasgos distintivos más importantes del carácter criminal son los adquiridos en la primera infancia. Acorde a esta teoría el delincuente tiene un super-ego muy débil e inconsistente. Esto origina individuos caprichosos, incapaces de controlar sus instintos o necesidades. Los padres juegan un papel fundamental en esta teoría, si dan excesiva libertad darán rienda suelta a sus deseos y a sus impulsos. Una característica que no es mencionada e las demás teorías y sí en esta es que aquellos sujetos cuyo super-ego sea débil no presentaran síntomas de culpabilidad.
La delincuencia la podemos definir como el conjunto de infracciones que se cometen en un tiempo y en un lugar dados.
Se distinguen las infracciones contra el Estado, contra las personas, contra los bienes y contra las costumbres.
Los jóvenes delincuentes no son monstruos no seres bestiales. Son personas como tantas otras, que nunca habían cometido ningún acto delictivo. El análisis e investigación de 80 homicidios intentados o consumados por adolescentes o jóvenes mayores muestran que buen número de estos crímenes ocurrieron en situaciones realmente difíciles y con motivaciones sólo parcialmente imputables a la personalidad del delincuente.
La explicación debe buscarse a menudo en una constelación fortuita de circunstancias y el modo de reaccionar ante ellas por parte del individuo con agresividad extrema. La imagen del asesino típico que traza un plan y escoge a su víctima para sacrificarla es del todo falsa y sólo en contadisimos casos responde a la realidad. Apoyándose en el archivo de los dictámenes psiquicoforenses preparados por el autor, el libro brinda los resultados de una investigación objetiva de los delitos cometidos por jóvenes delincuentes y sus móviles probables, en el contexto psíquico y ambiental de cada caso. Los casos fueron escogidos sin otro condicionamiento que el de contribuir al estudio científico del fenómeno valorándolo en lo psicológico, lo jurídico, lo psiquiátrico y lo social.
La obra es de indudable interés para el psicólogo, el psiquiatra, el jurista, el magistrado, el criminólogo, el asistente social, el educador y, en términos generales, para toda persona no especializada que desea adquirir un conocimiento objetivo del problema.
El delito cubre actualmente una gama que se extiende desde el ama de casa hasta el ladrón.
Los delitos cometidos por los jóvenes difieren en el género y en el motivo de los crímenes típicos de los adultos.
El término "jóvenes delincuentes" abarca a todos los individuos menores de 21 años, entre los cuales se incluye a los adolescentes, de menos de diecisiete años, y a los niños, menores de catorce años.
Para poder descubrir las causas de la delincuencia juvenil tenemos que ir más allá de los procedimientos judiciales.
Un ligero aumento de la delincuencia juvenil se describe como algo sin precedentes por su extensión y se habla de que "continúa aumentando rápida y progresivamente".
El delito pertenece exclusivamente a los estratos inferiores. El delito es para ellos lo que el arte es para nosotros, simplemente un método de procurarse sensaciones extraordinarias.
Diversas teorías criminológicas sugieren medios diferentes de prevenir la delincuencia o de tratar a delincuentes habituales.
Si la delincuencia se concibe como la actuación ciega en la sociedad de unos individuos que no aprendieron a controlar sus emociones primitivas, la mejor solución consistirá en prestar atención a la salud mental de la comunidad y a las previsiones especiales para los niños privados del cuidado normal de los progenitores.
La existencia de un problema de delincuencia implica un fallo en los procesos normales del control social y los esfuerzos de robustecer estos controles deberían asumir la prioridad sobre las medidas que aplicar con los violadores individuales de la ley.
Muchos métodos concebibles de protección son discutibles porque infringen libertades civiles o tienen otras consecuencias indeseables.
La prevención del delito puede buscarse también con medidas sociales más positivas, que tiendan a aliviar a la gente de la necesidad de alcanzar sus fines de manera ilegítima.
La delincuencia es un fenómeno universal ligado a la vida social y no hay sociedad sin delincuencia. Después del siglo XIX, se han intentado encontrar las causas de la delincuencia. De este modo, se han puesto de manifiesto:
- Factores sociales: carencia del medio familiar y escolar, mal uso del tiempo libre, agresividad desarrollada por los medios de comunicación de masas; densidad de la población en los grandes centros urbanos; insuficiencia de los equipos socio-culturales, etc.
- Factores económicos: nivel de vida insuficiente; desempleo, falta de cualificación profesional.
- Factores políticos: crisis; falta de sentido cívico; etc.
- Factores individuales: difíciles de categorizar.
La delincuencia caracteriza una conducta antisocial que expresa la inadaptación de un individuo a la sociedad. Puede observarse en una multitud de estructuras mentales, de lo normal a lo patológico.
La delincuencia es un síntoma de una perturbación profunda de la personalidad. Es esa perturbación profunda la que deberá privilegiar la reeducación social: psicoterapia, tratamiento farmacológico, medidas institucionales individualizadas, etc.
Cuando el delincuente es un adolescente o un niño, surge una perturbadora disonancia entre la gravedad de la violación del derecho y la idea que se tiene en general de la naturaleza del niño o del adolescente.
A los jóvenes se les concede un, por así decir, crédito de confianza, dando por supuesto que en ellos no podrán surgir impulsos delictivos, totalmente ajenos a su condición infantil o juvenil. No es, pues, de extrañar que le delito cometido por un menor de edad nos afecte y nos conturbe de singular manera.
Con el término “delincuencia juvenil” se etiqueta la mayoría de las veces a aquellos chicos/as con problemas de conducta social.
El uso indiscriminado del término delincuencia juvenil, piensamos que oculta en el fondo, el simplismo de quienes piensan en los problemas de conducta social juvenil como algo unívoco y uniforme.
La “conducta antisocial” puede reflejar hechos muy dispares, en términos generales, hace referencia a cualquier hecho o acción que viole las reglas sociales o vaya contra los demás, con independencia de su gravedad.
A razón de esta definición, creemos que hay que tener en cuenta que el “quemar unas notas” y por lo tanto tener una conducta antisocial, no significa ser un delincuente, por lo tanto hay que tener muy claro, que muchas de las conductas antisociales pueden reflejar un transcurso normal del desarrollo evolutivo del menor, otra cosa es que los ejemplos antisociales se acumulen o alcancen una especial gravedad, robar coches, en cafeterías etc... Ahí es donde empieza la barrera entre conducta antisocial y delincuencia juvenil.
Podríamos definir Delincuencia juvenil, como un problema de la sociedad.
La delincuencia juvenil es un aspecto, usualmente divorciado al contexto social en que se desenvuelve y ligado afanosamente a todas las calamidades que afligen a la sociedad.
Una sociedad que se desatiende de ellos, descuidando la atención mínima de sus necesidades esenciales; que no les diseña las infraestructuras requeridas para la canalización positiva de sus energías y potencialidades; pero que rauda y veloz, se lanza a inculparlos, sancionarlos aún con la pena capital si fuera posible.
La sociedad se preocupa de sus menores, casi exclusivamente cuando matan, los matan o se embarazan.
ES CIERTO QUE NINGUN PIBE NACE CHORRO, ENTONCES EN ALGO FALLAMOS COMO SOCIEDAD, COMO PADRES, COMO EDUCADORES, COMO ESTADO!
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