lunes, 25 de agosto de 2014

¿Se puede terminar con la inseguridad ? indices!

¿Se puede terminar con la inseguridad?


Como cualquier ciudadano interesado en lo que ocurre en el país, sintonizo a diario varias emisoras de radio y TV, además de leer los titulares de los diarios más importantes del interior. El resultado me espanta, porque el 70% de la información está referida a hechos de inseguridad. Los medios se parecen todos al viejo diario Crónica de García, que no había que estrujarlo porque chorreaba sangre.
Las causas de este incremento desbordante de la inseguridad son muchas, pero creo que encabezan la lista el narcotráfico, el desempleo, que genera delincuentes entre personas que eran decentes y que a veces uno no justifica pero entiende, con miles de jóvenes que no estudian porque no pueden y no trabajan porque no hay empleos, y la relativa ausencia de un Estado, que no halla el modo de poner coto a este problema.
El secretario de Seguridad, Sergio Berni, que utiliza estrategias con fuerte color castrense -tal vez animado por el éxito de Lula en Brasil cuando mandó el Ejército a las favelas-, viene pregonando la necesidad de incrementar cualitativa y cuantitativamente los cuerpos de seguridad. La teoría es compartida con matices por otros dignatarios, como los gobernadores Scioli, de la Sota, Bonfatti y muchos intendentes, sobre todo en el Gran Buenos Aires, el más importante de los focos delictivos del país.
Pero aunque se inunden las calles con fuerzas de prevención y represión, el sistema no parece ser la solución total. Tal vez sí, como parte de un programa más amplio y profundo. Y es la estadística la que muestra que la propuesta no es una panacea: Berni, ante la expansión del delito en Rosario, desembarcó con cientos de efectivos de la Policía Federal, Gendarmería y Prefectura, que se sumaron a la policía local. Con la ciudad saturada de uniformados, la situación empeoró: en el segundo trimestre del año, se registraron 21 hechos delictivos más que en el mismo período de 2013. 
El país necesita que la inseguridad sea objeto de una política de Estado, en la que todos los actores sociales participen, dejando de lado las bienintencionadas pero aisladas propuestas de funcionarios que terminan siendo una aspirina que pretende curar un cáncer.
Y no vemos en las plataformas de los partidos propuestas que vayan más allá de las buenas intenciones. Tampoco vemos en el accionar de las entidades sindicales, empresarias, sociales y culturales, una clara decisión de aunar esfuerzos en busca de una solución. 
Lo que decimos lo saben todos, pero es hora de que nuestros líderes se pongan los pantalones largos y comiencen a trabajar en serio, porque el país está al borde de convertirse en tierra de nadie. 
Pensemos en nuestros hijos y nietos, y no les dejemos una Patria donde sobrevivir sea más peligroso que en el Chicago de Al Capone. Consolidemos principios básicos, como la convivencia pacífica, la solidaridad, la paz, el amor, y podamos llegar a nuestros hogares sin estar temblando ante el temor de morir a manos de un delincuente. Lograr esto es labor fundamental de quienes aspiran conducir los destinos de la República. Y esperamos que lo hagan.

NORBERTO

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