Terapia contra la violencia: presos adiestran perros
Mediante el programa Huellas de Esperanza, reclusos de dos unidades penales de Ezeiza entrenan a los animales para que ayuden a personas con discapacidad; se replicará en otras cárceles
DOris está a punto de recuperar la libertad después de estar dos años y dos meses en el penal de Ezeiza, condenada por narcotráfico. Durante el encierro pasó momentos muy duros, donde lo más difícil fue la convivencia.
Hoy, su inminente salida la llena de nervios, pero encontró una forma de calmar sus emociones: desde hace tres meses forma parte del programaHuellas de Esperanza, por el cual el Servicio Penitenciario Federal (SPF) busca bajar los niveles de violencia y elevar la integración de los internos al ofrecerles hacerse cargo de un perro.
El programa se aplica en las unidades 19 y 31 de Ezeiza, de hombres y mujeres, respectivamente, con 12 presos que están próximos a obtener su libertad o que tengan un perfil aprobado para esta actividad.
Además, se comenzará a trabajar con esta terapia en la Unidad N° 4 de Santa Rosa, en La Pampa, y en el penal de Marcos Paz, con jóvenes de 18 a 21 años que están detenidos bajo condiciones de máxima seguridad. En este último caso trabajarán con ocho perros de la calle.
Este tipo de programa ya ha tenido éxito en otros países, como en los Estados Unidos (ver aparte).
Según el programa, los presos no sólo tienen que hacerse cargo del animal: en la mayoría de los casos viven juntos y los entrenan para que sean perros que puedan ser utilizados por personas con discapacitadas motrices. Les enseñan a alcanzar objetos, abrir y cerrar puertas y cajones, prender y apagar luces, sacar prendas de vestir, mover una silla de ruedas y acomodar los pies de la persona que está sentada.
Doris y su perra, Eva, tienen una muy buena relación y por más que le costó, el animal aprendió a obedecerle. Ahora enfrentarán la dura tarea de separarse.
"El humor de las personas en la cárcel cambia todo el tiempo y eso lo hace un ambiente violento. Pero poder recibir el cariño constante de un animal fue muy importante para mí, sobre todo en esta última etapa antes de recuperar la libertad", dijo Doris, que, cuando regrese a su Colombia natal, piensa criar un perro.
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