viernes, 30 de noviembre de 2012

diainternacinal de la SEGURIDAD DE INFORMACION!!!!


10 consejos de Secura con motivo del Día Internacional de la Seguridad de la Información

El 30 de noviembre se celebra el Día Internacional de la Seguridad de la Información, y la consultora de seguridad informática Securaaprovecha para advertir de las deficiencias de seguridad en las empresas españolas, recordando la necesidad de contar con políticas y dispositivos adecuados para reducir posibles brechas.
A pesar del exponencial aumento de ciberdelincuencia, la mayoría de las pymes españolas no se consideran objetivo de dichos ataques y casi la mitad no lo perciben como uno de los principales riesgos a los que se enfrentan sus negocios” ésta es una de las principales conclusiones de un estudio elaborado por Secura, empresa especialista en últimas tecnologías de seguridad de la información.
Y es que las empresas españolas no están preparadas para prevenir posibles brechas de seguridad, ni son conscientes del perjuicio que puede ocasionar para la corporación una fuga de información. Por esta razón Secura, con motivo de la celebración el 30 de Noviembre del Día Internacional de la Seguridad de la Información, lanza una serie de recomendaciones para aquellas empresas que están en riesgo de sufrir ataques, pérdida, robo o uso indebido de su información sensible. “La información es un activo que tiene un valor fundamental para la organización y debe ser protegida de un modo adecuado” recuerda Laia Salas Mayor, Directora General de Secura.
Máximas que las empresas no pueden olvidar para protegerse de ciberataques y filtraciones de información sin tener que realizar fuertes inversiones:
1.    “Es primordial contar con una política de seguridad en la empresa que asegure la protección de la información crítica. Ésta debe tener unos objetivos dirigidos a garantizar la confidencialidad, la integridad y la disponibilidad de los datos” así lo asegura Laia Salas, Directora General de Secura.
10 consejos de Secura con motivo del Día Internacional de la Seguridad de la Información
2.    De la misma manera es muy importante tener una buena política de contraseñas: utilizar siempre contraseñas de al menos 8 caracteres alfanuméricos, no tener la misma para diferentes áreas y cambiarlas regularmente.
3.    Es básico tener nuestros sistemas y nuestras soluciones continuamente actualizados para evitar que puedan convertirse en un agujero de nuestra seguridad. “La última versión siempre es la más segura. Si no está actualizado es como si no estuviera” afirma Israel Zapata Palacio, Director Técnico de Secura.
4.    Configurar de manera segura el acceso Wifi y usar un método de cifrado seguro para evitar que sea hackeado fácilmente.
5.    Usar un cortafuegos con detector de intrusos, que son equipos que se encargan de vigilar las puertas que tiene nuestra organización a Internet y parar los ataques que puedan detectar.
6.    Formar y concienciar a todo el personal en materia de seguridad informática. Según un estudio “más de 70% de robos y fugas de información provienen de los propios empleados” explica Laia Salas, Directora General de Secura.
7.    Dotar a la empresa de protección antivirus en todos y cada uno de los equipos para evitar dejar algún punto de entrada no seguro.
8.    Tener como premisa “una brecha se seguridad ya es demasiado”.
9.    Controlar la navegación de Internet para potenciar al máximo la productividad y el buen uso de los recursos de la empresa. “Actualmente, el 41% de las empresas permite un uso personal moderado (correo electrónico, redes sociales, etc.) frente al 29% de 2002” apunta Salas.
10.   Cuando inevitablemente la brecha se produce es vital contar con un programa de respuesta a incidentes robusto que permitirá reaccionar rápidamente y con garantías. “También es importante que ante este tipo de situaciones las empresas den un paso mas  acudan a la justicia ordinaria, aunque desgraciadamente muy pocas lo hacen por temor a que se produzcan filtraciones no deseadas” recuerda la directiva.
Asumir estos compromisos de cara a proteger internamente la  información es una de las actitudes más sanas y responsables que pueden tomar las empresas para enfrentarse a las amenazas y riesgos de la actualidad. Estar preparados para ser menos vulnerables y adelantarse a los acontecimientos se traducirá en beneficios significativos y positivos.
http://www.haycanal.com/noticias/519/10-consejos-de-Secura-con-motivo-del-Dia-Internacional-de-la-Seguridad-de-la-Informacion

Estudio de la UCA sobre expectavias económicas
Ahora, la inseguridad es el problema que más preocupa a los argentinos


La  Escuela  de  Economía “Francisco Valsecchi” de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Católica Argentina  (UCA) y TNS Gallup presentaron el Índice General de Expectativas Económicas  (Igee)  correspondiente al mes de noviembre, el cual registró  una baja en la medición de octubre  motivada  por  un deterioro de las perspectivas sobre la situación económica  actual  y el momento para la compra de bienes. En tanto, obtuvo 100  puntos  en  octubre, representando una variación negativa de 1,3% con respecto a la medición del mes  anterior  y de 18,6% en relación al mismo período del año pasado. Esta caída  se  explica  principalmente  por  las  bajas  experimentadas por los subíndices  que  miden  las expectativas de la población sobre la situación actual de la economía y sobre el momento para la compra de bienes durables. Segçún el estudio, la inseguridad es uno de los temas más preocupantes para la sociedad.

Problemas que más preocupan a la población

La  inseguridad  continúa siendo mencionada como el problema que más afecta al país (33% del total). Este resultado viene repitiéndose en las distintas mediciones  realizadas  durante  los  últimos  años,  y  presenta  un  leve incremento  respecto  a  la  última  medición pero ubicándose en los mismos valores que hace un año atrás. En segundo lugar aparece la educación (11%), y  luego  le  siguen  el  desempleo, las drogas y la inflación (con 8%). La preocupación   por   la   inseguridad  predomina  en  todos  los  segmentos sociodemográficos  y  crece  a  mayor edad (25% ente los más jóvenes vs 42% entre los mayores de 65 años), los niveles bajos (36% vs 30% en los medios) y en la Capital Federal (38% vs 35% en el GBA y 32% en el Interior).

En  esta nueva medición se entrevistaron 1009 personas en 26 localidades de todo  el  país,  entre  el  18  y  el  26 de octubre de 2012. El proceso de selección  de  la  muestra  es  probabilístico  polietápico, de acuerdo con cuotas  de sexo y edad establecidas por el Censo Nacional de Población. Los resultados   del   estudio  son  representativos  de  la  población  adulta argentina. Este indicador es elaborado por la Escuela de Economía de la UCA y  TNS  Gallup,  con  el objetivo de registrar la opinión de los ciudadanos acerca  de  la  situación económica actual y futura, así como su percepción sobre  el  empleo,  el  ingreso familiar y su capacidad de compra de bienes durables.

http://www.puntobiz.com.ar/noticia/articulo/77112/La_inseguridad_esta_en_la_cima_del_ranking_de_las_preocupaciones_de_los_argentinos.html


Inseguridad: Garré y Alak siguen sin hacerse cargo

Sin informar los motivos, y pese a que sus presencias estaban confirmadas, los ministros de Justicia, Julio Alak, y de Seguridad, Nilda Garré, faltaron a la presentación de un informe sobre homicidios en la Capital Federal, La Plata y San Martín, que realizó este miércoles (28/11) la Corte Suprema. ¿Qué labor más importante tenían los funcionarios esta mañana? Más bien, se confirma la sospecha de que el Gobierno no se hará cargo de solucionar los problemas de inseguridad en el apaís.

Si bien sus presencias estaban anunciadas, los ministros de Justicia, Julio Alak, y de Seguridad, Nilda Garré, no asistieron este miércoles (28/11) a la presentación de un informe sobre homicidios en la Capital Federal, La Plata y San Martín, que realizó la Corte Suprema.
 
Dicha ceremonia estaba pautada desde hace semanas e incluso el sitio de la Corte había anunciado las presencias de Alak y Garré. Pero finalmente, y por razones que se desconocen, los funcionarios no asistieron.
 
El presidente de la Corte, Ricardo Lorenzetti, y el ministro Raúl Zaffaroni presentaron una nueva investigación exploratoria sobre el número y las características de los homicidios dolosos registrados durante 2011 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y en los departamentos judiciales bonaerenses de La Plata y San Martín.
 
El trabajo fue desarrollado por el Instituto de Investigaciones, que depende de la Dirección General de Biblioteca e Investigaciones, ambos bajo la órbita del ministro Zaffaroni.
 
Durante la presentación, Lorenzetti aseguró que "los tres poderes del Estado podemos trabajar juntos en una criminología que se base en investigaciones empíricas", según publicó el Centro de Información Judicial...

http://www.urgente24.com/207890-inseguridad-garre-y-alak-siguen-sin-hacerse-cargo
 

miércoles, 28 de noviembre de 2012

PREVENCIÓN POR DR. LUIS VICAT!!

En se denuncian 157 robos (asaltos, robos y arrebatos) por hora. 


Lamentable record, el dato supera en 17 casos el 2006, según un informe del Ministerio Justicia. "La mayor cantidad de delitos se registran en Capital Federal y el Conurbano Bonaerense", dijo Luis Vicat, licenciado en Seguridad Pública. Le siguen las capitales de Mendoza, Santa Fe y Córdoba.

La Argentina rompió su propio y lamentable record en materia de inseguridad: según datos oficiales del Ministerio de Justicia, se denuncian 157 delitos por hora en el país, lo cual es un índice que va en aumento porque supera en 17 casos a igual período de 2006.

Lo datos comprenden los delitos denunciados por sus víctimas entre el primer día del año y el último de mayo pasado y establece un notorio incremento de asaltos, robos y arrebatos.

El trabajo estadístico es elaborado mensualmente por la Dirección Nacional de Política Criminal, organismo dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, que se basa en daros revelados por la Policía Federal.

Dicho informe, publicado este domingo por el Diario Popular, revela que durante el pasado mes de marzo los delitos denunciados en todo el país fueron 116.808.

En tanto, proyectando la cifra de los primeros cinco meses de 2008, el resultado anual sería mayor a 1.400.000.

De acuerdo a las últimas estadísticas oficiales publicadas en noviembre pasado, dos semanas después de las elecciones nacionales, durante 2006 los argentinos habían efectuado 1.224.293 denuncias.

De esta manera, y por las estadísticas del informe que refleja números de realidad que se vive en el país, en 2008 el número final de expedientes por delitos crecería aproximadamente un 15 por ciento, en relación a dos años atrás.

Según expresó un funcionario del Ministerio de Seguridad bonaerense, "es cierto que en los últimos meses se registró una mayor cantidad de delitos denunciados, pero se relaciona al mayor nivel de compromiso de los ciudadanos al momento de denunciar un delito, y no tanto al crecimiento de la delincuencia".

Este argumento fue rechazado por el comisario Luis Vicat, licenciado en Seguridad Pública, para quien "hace una década la tasa era de una denuncia por tres delitos cometidos, pero ahora es de uno por cada cuatro".

"Por esa razón, desde 2001 no se dan a conocer los resultados de las encuestas de victimización", aseguró Vicat.

Agregó que "se está llegando peligrosamente al millón y medio de denuncias anuales, lo que pone de manifiesto que la inseguridad hace rato que dejó de ser una sensación. Lo sabe el ciudadano común, que debe tomar infinidad de recaudos para sobrevivir".

Debido a que no se dieron a conocer las estadísticas discriminadas de 2007, el fenómeno debe ser analizado de acuerdo a los números de 2006.

Así, por ejemplo, surge que en la Ciudad de Buenos Aires los hechos delictivos denunciados fueron 212.310, de los cuales 146.394 pertenecen al rubro "delitos contra la propiedad".

En ese informe se indica que los "robos y tentativas" en terreno capitalino fueron 81.571 y los "hurtos y tentativas" 55.940.

Además, se destacan 17.503 causas por lesiones dolosas, 10.282 lesiones en accidentes de tránsito y 15.630 expedientes por amenazas, mientras que los homicidios dolosos fueron 116.

En la provincia de Buenos Aires, en cambio, las denuncias en 2006 fueron 238.379 y el dato llamativo fue que la cifra era menor respecto al año anterior.

"Durante 2007 y lo que va de 2008 la cosa cambió. La proyección anual nos indica que estaremos en las 250 mil denuncias", dijo el vocero del Ministerio de Seguridad de la Nación consultado.

Por su parte y en torno a las ultimas cuestiones citadas, Vicat indicó que "resulta indudable que la mayor cantidad de delitos se registran en la Capital Federal y el Conurbano Bonaerense".

"Sin embargo crece a ritmo preocupante la tasa de denuncias en las capitales de Mendoza, Santa Fe y Córdoba, y un escalón más abajo se ubican Entre Ríos, La Rioja y Catamarca", según Vicat.

Según dijo hace un tiempo el ex ministro de Seguridad bonaerense, León Arslanian, los delitos son cometidos, en su mayoría, por personas "que no encuentran una salida a su crítica situación socioeconómica".

Arslanian había dicho que "el 75 por ciento de los delitos que se cometen en la provincia de Buenos Aires corresponden al conurbano, donde hay situaciones de mayor exclusión social, extrema pobreza y ausencia absoluta de todas las instancias de control social".

http://www.taringa.net/posts/info/8775945/Asaltos_arrebatos_prevencion_la-mejor-de-las-armas.html

Síndrome de Estocolmo: víctima, secuestrador y un lazo patológico

Especialistas abordan las razones psicológicas que generan la "relación positiva" entre una persona privada de su libertad y su captor; por qué se llama así a la enfermedad
Llanto incontenible. Esa fue la reacción de Natascha Kampusch al enterarse de que el hombre que la había mantenido secuestrada durante ocho años, se había suicidado. Su actitud hacia la muerte de su captor fue cuestionada e incluso criticada. Pero, por otra parte, comenzó a especularse con la posibilidad de que la joven, que huyó del secuestrador al cumplir 18 años, pudiera padecer de Síndrome de Estocolmo. ¿Qué es y cuándo se presenta esta reacción psicológica?
"Cuando una persona vive una situación muy traumática, puede ser un secuestro, un asalto, puede desarrollar sentimientos de admiración o algún otro afecto positivo hacia su victimario. Eso es lo que denominamos Síndrome de Estocolmo", explica Hugo Marietan, médico psiquiatra.
Cuando esto se produce, explica Marietan, la víctima comparte "la aventura" del victimario. "Se hace "cómplice". La admiración y la afectividad positiva hacia el victimario es auténtica, no es una artimaña de ser agradable y solícito para sobrevivir", añade el especialista.
¿Por qué se llama Síndrome de Estocolmo?
El nombre de este síndrome proviene de un hecho ocurrido en 1973, precisamente en la ciudad sueca de Estocolmo. Jan Erik Olsson, un preso con salidas transitorias, entró a robar en el banco Kreditbanken de Norrmalmstorg, en pleno centro. Inmediatamente llegó la policía, y Olsson se vio en aprietos. Por eso decidió tomar como rehenes a cuatro personas que había en la sucursal.
El asaltante pidió tres millones de coronas suecas, un vehículo y dos armas. La negociación duró seis días. La policía incluso accedió a llevar al lugar a Clarck Olofsson, amigo del asaltante. Para sorpresa de todos, una de las rehenes, Kristin Ehnmark no parecía sentir miedo e incluso se resistió a un posible rescate.
Cuando pasó una semana, la policía local decidió actuar y entraron al lugar, llenándolo de gases. Los rehenes fueron rescatados sanos y salvos, y el captor y su amigo fueron detenidos. Durante el proceso judicial que siguió al hecho, los ex rehenes se negaron a testificar contra sus captores. Incluso manifestaron que le tenían más miedo a la policía que a quienes los mantuvieron secuestrados una semana...

http://www.lanacion.com.ar/1530855-sindrome-de-estocolmo

ROBO DE CELULARES!!


En la Argentina se roban 6.000 celulares por día

Los teléfonos celulares parecen estar en la mira de los ladrones. Según un informe realizado por una consultora privada, en el país se roban unos 6.000 teléfonos por día. Y de acuerdo con esa investigación, los más afectados por esos robos son los jóvenes.

La investigación fue hecha por la consultora Carrier y Asociados, un estudio dedicado a la información y análisis de mercado que tiene su foco en el uso y consumo de productos y servicios vinculados con Internet, telecomunicaciones, informática y medios digitales.

En ese informe se estima que 2012 terminará con un total de 2.200.000 teléfonos celulares robados. El dato se basa por la proyección de un nuevo récord de ventas de equipos que en este año se estima por arriba de los 14 millones, unos 300.000 teléfonos más que el año pasado.

El trabajo refleja que al consultarse a los usuarios que compraban un nuevo teléfono, el 16 por ciento de ellos dijo que era porque les habían robado el anterior. Y eso es lo que avala la cifra de más de dos millones de equipos que serían robados en el año.
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http://www.clarin.com/inseguridad/Argentina-roban-celulares-dia_0_818918287.html

lunes, 26 de noviembre de 2012

LA REALIDAD MATANCERA!!!

CARTA ABIERTA A LA PRESIDENTE DE TODOS! DIFUNDIR!


Carta abierta a Cristina Fernández de Kirchner

Estimada tocaya, y te escribo así, porque vos sos tan "decontracté", tuteas a todo el mundo, que para qué me voy a andar con reverencias y protocolos, viste? Te escribo para decirte que a los 40 millones de argentinos nos está pasando algo, y que por lo visto vos no estás enterada. Tus secretarios o ministros no te avisan que la delincuencia se está llevando muchas vidas.

Claro, para uno de tus compañeros en este recorrido político, el tema no pasa de ser una sensación provocada por los medios opositores para generar caos y descontento en el pueblo. Eso fue lo que dijo el bigotón, sí, ese al que retaste el otro día y lo mandaste a ponerse un bonete. Que si te repiten todo el tiempo la misma noticia, parecería que no matan a una persona, sino que la "sensación" es que matan a 20 o 30, según la cantidad de repeticiones y el canal que mires (si es oficialista tal vez ni lo pasan, si es opositor, hasta te muestran el exacto momento en que se produjo el hecho, porque la "corpo" ya no sabe qué hacer para desbancarte).

Sin embargo, yo escucho uno o dos canales, leo un par de diarios a traves de internet, y no siento que repitan la misma noticia. O si, pero un día matan a Juan, otro a Pedro, después nos enteramos que asesinaron a María o a Rosa...Sí, Anibal tenía razón, es "casi" la misma noticia...pero no, porque los protagonistas no son los mismos.

Por costumbre mía, escucho todos los discursos que das. Y no creas que los escucho porque soy militante, porque soy patriota ni porque apoyo al modelo que no sé si es tan nacional y popular. Los escucho porque quiero sabér qué decís. Porque soy una ciudadana que tiene que elegir quien lleva el rumbo de mi país, y porque tengo que decidir a quién le voy a dar mi voto en las legislativas del 2013 (que están primero que las presidenciales del 2015...en las que ya se están anotando muchos candidatos). Ah, picarona, querés saber a quien le dí mi voto el año pasado? Sorry, gorda, te recuerdo que la ley Saenz Peña dice que es secreto, asi que eso lo sé solamente yo. Pero te haya votado a vos o no, sos mi presidente/a. Y como no puedo viajar a Buenos Aires, y para poder hablar con vos tengo pasar mucho protocolo, te escribo estas líneas...

¿Sabías que el mismo día que asumiste, mataron a un chico en Mar del Plata? Fue para robarle la moto, iba con un amigo y unos de esos que tienen más derechos humanos que yo, le arrebato la vida y los sueños. Capaz que el flaco te votó, y vos durante todo tu discurso de asunción, no tuviste ni una sola palabra para el tema inseguridad. Sí, ya sé, no podés estar en todo...Pero seguramente lees los diarios de todo el país, porque no te olvides de que SOS LA PRESIDENTA DE LOS 40 MILLONES y de vos tambien depende que podamos seguir votando...

Me vas a decir que no sabías lo de Mariano, el chico de la moto? Pero seguro sabrás de Dardo, de Isidro, de Danila, y de tantos otros que durante tu primer período han muerto víctimas del delito en la Argentina...Me extraña mucho de vos, que defendés tanto la memoria, la justicia, la verdad y la vida, que nunca en tus discursos hables de la inseguridad. Me sorprende que continúes pidiendo justicia para los 30.000 desaparecidos de la dictadura (no pongo en discusión, me parece bien que se haga el juicio a los responsables de esos delitos de lesa humanidad) y no te des cuenta de que mientras tanto hay otros desaparecidos que nadie nombra, de los que aparentemente el Estado, ese que vos representás, ignora su existencia. Justicia sería que los que trabajamos honradamente, no tengamos que vivir con miedo al flaco que viene por la vereda con la capucha puesta y las manos en los bolsillos. Justicia sería que los comerciantes, remiseros, taxistas, colectiveros, trabajadores de toda índole, puedan ir y venir libremente sin que les quiten billeteras, sueldos, documentación...ni hablemos de la vida. Verdad sería que en vez de criticar tanto a la "corpo" o a los "gorilas" se pongan las pilas y le den a la policía las herramientas que necesitan para combatir el delito, y que la independecia de la justicia no dicte fallos amables, sólo para acomodarse a tu discurso. Memoria sería que en algún momento, así como muchos argentinos fueron a darte el pésame cuando tu marido se fue (por causas naturales), vos y tu gabinete respete la memoria de muchos argentinos que tal vez los votaron, convecidos de que eran lo mejor para el país y hoy no pueden ver crecer a sus hijos.
Ellos, esos muertos en democracias, víctimas del delito, no tiene la oportunidad de pedir justicia, ni seguridad. Tus medios dicen que el cacerolazo es por los dólares, que es la clase media la que reclama...¿la clase media no tiene derecho a vivir? ¿Los que trabajamos, no tenemos derecho a salir de noche, a estudiar, a que nuestros abuelos vivan sus ultimos años en paz? ¿Sabías que todas las semanas muelen a palos a un viejito para sacarle lo poco que tiene? Y si tiene mucho...se lo ganó con esfuerzo y trabajo, no te parece?

Te juro que me gustaría que en algún discurso, le des aunque más no sea el pésame a todas esas familias que perdieron a un ser querido por culpa de la delincuencia, a la que no le importa si sos gorila, oficialista, carpintero, mecánico, chofer o ama de casa. Te juro que así como muchos respetaron tu dolor, vos, que sabés lo que es perder a un ser querido, te pongas en su lugar y los acompañes con alguna decisión que haga que la inseguridad no sea ni siquiera una sensación. Para que don José pueda tener abierta la carnicería sin miedos. Para que doña Rosa pueda atender sin rejas ni timbres. Para que los chicos no vuelvan a sus casas sin zapatillas. Para que los abuelos, esos que construyeron la Patria Grande y vivieron muchos más años que vos y yo, disfruten tranquilos esos años que les quedan. Para que no haya más excusas y los medios opositores no puedan publicar "la misma noticia" con diferentes nombres.

Sin más, me despido atentamente.
CRISTINA VAÑECEK

domingo, 25 de noviembre de 2012


"El que un combate es fuerte, el que vence antes de combatir es poderoso. La verdadera sabiduría es vencer sin combatir"
Anónimo
Cuando un observador reflexiona sobre lo que significa ser un ciudadano, una de imágenes que se destaca es la de una predominante inseguridad.
El sentido de la vulnerabilidad que existe entre los ciudadanos se extiende a cada faceta de sus vidas, abarcando desde preocupaciones sobre el empleo y el de la salud, hasta percepciones que van de en peor sobre la degradación ambiental y la seguridad personal. Pero en si la realidad de América Latina, no sólo nos ha permitido observar con meridiana claridad la situación de indefensión en la cual se encuentran los ciudadanos, frente al problema de la inseguridad, sino también constatar el divorcio entre el Estado y la Sociedad.
Por ello hablamos de "seguridad del ciudadano", aunque la frase en sí misma puede no ser utilizada en la conversación cotidiana entre la multiplicidad de los pobladores, ella refleja un sentimiento que se comprende y se expresa en niveles anecdóticos: la problemática de con desde el hogar hacia el trabajo o la escuela, el temor a ser atacado en su propia residencia, una desconfianza severa en las instituciones responsables de la seguridad pública (la policía, los militares, el sistema judicial, etc.), y el sentido de vulnerabilidades crecientes contra una violencia aparentemente incontrolable, entre otras preocupaciones.
Mientras la delincuencia, la violencia y otros factores alcanzan niveles nunca vistos, el asunto de la seguridad –o la inseguridad– del ciudadano se han convertido en un tema constante en el quehacer cotidiano de los pobladores.
La extensión de la violencia se ha desbordado en un clima generalizado de criminalidad.
En si las cifras sobre delincuencia, criminalidad, victimización y otros, muestran lo que simplemente es la magnitud absoluta de diversos tipos de violencia, ya sea doméstica, comunitaria, social, política, o económica.
Ellas señalan un asunto que es mucho más profundo y que se encuentra en la médula de la creciente preocupación por la disminución de la seguridad ciudadana.
Es importante distinguir, entre las razones del porqué hemos sido incapaces de controlar esta oleada creciente de violencia. Podemos señalar sin embargo que la incapacidad del Estado es un de las dimensiones geográficas tanto como de las deficiencias e incompetencias institucionales.
No es lo mismo comparar con Puno, Piura con Arequipa, Amazonas con el Callao, ya que el desplazamiento de la delincuencia (es decir, contrabando, narcotráfico, violencia familiar y otros) ha abrumado a las instituciones y otros relacionados con el mantenimiento de la seguridad del ciudadano.
Sería engañoso, y además incorrecto, comparar a dichos Departamentos entre sí por que cada tiene una problemática diferente y en algunos casos el problema es la inhabilidad de poder rectificar el problema de la violencia y el crimen, que aumentan vertiginosamente: el primero tiene desventajas por su tamaño y escala, mientras que las ineficiencias institucionales y las debilidades estructurales del último han minado su capacidad de respuesta.
Aparte de la extensión de la delincuencia, el tamaño del país y su vasta geografía también ha condicionado la seguridad de los ciudadanos en términos de los efectos que los programas han tenido sobre los índices domésticos de criminalidad.
A pesar de distinguir entre las fuentes de violencia de los distritos de Huancavelica con los de Lima o el Callao, los resultados destructivos son iguales, sin importar el tamaño. El efecto multiplicador de la violencia y la criminalidad excesivas –los desbordamientos negativos económicos, políticos y sociales– es casi incalculable cuantitativamente.
En términos económicos, el costo del crimen se refleja en el Producto Bruto Interno (PBI), si uno considera la destrucción y el traslado de recursos resultantes. Si simplemente se considera la partida del presupuesto público asignada a la Policía y las Fuerzas Armadas, instantáneamente las implicaciones financieras del problema –para cada región geográfica que ya padece una escasez de recursos– son dimensionadas.
Podemos señalar que el presupuesto para es mayor que para la Policía, teniendo en consideración que la inversión en las FFAA son para actividades de control externo, pero la Policía va a la par con la que se separa para gastar en la salud y la educación, respectivamente. Además, el crimen y la violencia entorpecen el crecimiento económico y la reducción de la pobreza debido a sus efectos en los , humano y social, y también perjudican la capacidad de gobierno.
En términos políticos, la insensibilidad del Estado de proveer seguridad pública a sus ciudadanos, a través de una policía eficaz e instituciones eficientes, ha resultado en la pérdida de su legitimidad.
Existe la tendencia a ver como debilidad la incompetencia del Gobierno para responder apropiadamente a la delincuencia, mientras que al mismo tiempo el uso constante de la fuerza pública para combatir la violencia (es decir, respondiéndole a la violencia con más violencia) lo coloca bajo una luz de ineficiencia y carencias democráticas. La percepción de que el Estado le ha fallado a la sociedad en sus deberes explícitos se agrava especialmente cuando las instituciones dotadas para proteger y preservar la seguridad pública se convierten en las fuerzas mismas que la minan.
Por otro lado, en nuestra región el crimen violento, la violencia delincuencial y la violencia juvenil llegan a producir, en algunas ciudades, verdaderos espacios urbanos de guerra social cotidiana; áreas de una violencia sin causa ni fin.
Pero además, la expansión de la criminalidad, ha evolucionado de la mano con un creciente desorden público e inseguridad pública y ciudadana, como lo demuestran los diferentes estudios de este fenómeno elaborados en distintas ciudades del Continente
Podemos señalar diversos casos que son representativos del problema estructural y generalmente histórico, donde la fuerza pública es a la vez el actor principal en la protección de la sociedad, y en la perpetración de la violencia contra esa misma sociedad.
Ese fracaso del Estado en el cumplimiento de su deber público de mantener el orden social ha conducido a un fenómeno creciente y perturbador lo que conlleva: al surgimiento de fuerzas de seguridad privadas. Ya sean Serenos, Ronderos, Comités de Autodefensa o la Guardia de Seguridad contratada que monitorea un edificio de departamentos, una cuadra o un barrio; esas fuerzas colectivas en algunos casos solo han empeorado el asunto de la inseguridad. Debiendo siempre de tener en cuenta que como la violencia genera más violencia, el exceso de seguridad privada genera más inseguridad.
En muchos casos, esa "privatización" de la seguridad ha conducido a políticas locales de seguridad ciudadana desarticuladas, incoherentes e inconsecuentes.
Además, los sectores más pobres de la sociedad son los que más sufren dada su carencia de recursos para proveer su propia seguridad. Cuando el Estado abandona su deber de proteger a los ciudadanos se agrava la ya cruda vulnerabilidad de los pobres, quienes como grupo social constituyen la mayor parte de la población en el país.
La última dimensión de la delincuencia está relacionada con su dinámica social. Demasiado a menudo el asunto de la corrupción y del delito de alto vuelo se pierde en el debate inmediato sobre el número de homicidios o la tasa de criminalidad.
Sin embargo, tales actos de delincuencia hablan directamente de la fracasada capacidad de las instituciones diseñadas para apoyar el aparato estatal.
Pero sin embargo, es necesario señalar que la presencia de la corrupción y el grado en que resulta endémica en una sociedad amenazan al propio Estado debido a su naturaleza estructural. La incorporación de prácticas corruptas en el comportamiento y las normas sociales –a través de las ahora bien conocidas características del clientelismo, el corporatismo, y el patrocinio– refleja una construcción social que acoge la criminalidad, o que es por lo menos reticente a combatirla.
Existe una interacción negativa innegable entre la violencia, el capital social, y el desarrollo económico. Como en una reacción en cadena, una escalada en los índices de violencia y crimen, generalmente asociados a condiciones económicas deteriorantes destruye el capital social al erosionar la sociedad.
Al mismo tiempo, precisamente las estructuras sociales son indispensables para enfrentar y frustrar la inseguridad creciente y, más importante, para promover el desarrollo económico de un país, el cual a la larga romperá uno de los vínculos principales del ciclo de violencia: el económico. Estudios recientes sobre este tópico, así como datos de observación, subrayan las importantes implicaciones de garantizar la seguridad ciudadana para todos los miembros de una sociedad.
Por otro lado, los sentimientos de vulnerabilidad y de carencia de seguridad pública son más bien una percepción que una realidad inmediata, los efectos sobre la sociedad y el Estado son iguales: la desintegración del tejido social de una ciudad o de un país, instituciones debilitadas (específicamente los sistemas judiciales y penales), y pérdida de la legitimidad política de un gobierno, o aún peor, de una nación entera.
Durante las últimas dos décadas ha habido una tendencia innegable al empeoramiento de la inseguridad. Esto ha sido lo más notable en la "regionalización" del crimen (es decir, el tráfico de de drogas, contrabando, y de vehículos robados) y en la percepción de los ciudadanos de que este es uno de los principales problemas sociales, solo sobrepasado por las preocupaciones económicas.
Como resultado de la declinación aparentemente perpetua en la seguridad pública, se deben encontrar nuevas perspectivas y modelos. Tenemos que pensar en alejarnos de las soluciones puramente preventivas y vengativas que han dominado el área de la seguridad ciudadana, e incorporar una orientación dirigida más hacia lo "situacional" y lo "social". Donde la noción de "seguridad ciudadana" se debe amplificar para equiparar la seguridad con la protección de la libertad, de los derechos humanos, de la democracia, y del orden público.
Es pertinente señalar que la dinámica urbana de la violencia es diferente a la rural y dentro de ella misma cada espacio es diferente, es por ello que los ciudadanos que residen en las ciudades sus efectos de la violencia son múltiples.
Su incremento ha conducido a una transformación del paisaje (el muro de separación de las vecindades en "ricas" y "pobres"), a un empeoramiento de la salud física y mental de los habitantes de la ciudad (desórdenes nerviosos y de ansiedad, así como infecciones respiratorias), a la erosión de la ciudadanía y de la socialización, y a la guachimización de los barrios.
En este sentido, la población se ha convertido en "víctima colectiva". Sin embargo, el empeoramiento de la violencia no se puede clasificar como un suceso puramente urbano, ni se puede correlacionar con la magnitud geográfica de la ciudad. Para atacar las raíces del problema, es necesario incorporar al público en general a la batalla contra la violencia.
Se piensa que la implementación de la policía comunitaria de un reciente modelo de seguridad pública pueden ser múltiples, por ello se exhibe el mismo deseo de fomentar relaciones civiles-policiales mejoradas.
El modelo de la policía comunitaria –que se ha adoptado ya en Colombia, El Salvador, Guatemala, Haití y Venezuela– implica la amplificación del mandato tradicional del policía, de fuerza puramente reactiva, a tener un papel civil creciente en la sociedad. En este sentido, se pone un mayor énfasis en sus funciones preventivas que en sus respuestas reactivas o vengativas.
En la temática de inseguridad ciudadana, el Estado ha perdido el control sobre el monopolio de la violencia y es cada vez más incapaz de combatir con eficacia la usurpación de este poder por individuos, cuadrillas criminales, traficantes de droga, y aun por representantes del Estado, es decir, los militares, la policía, los funcionarios gubernamentales, entre otros. Es por ello que la percepción resultante del "caos" solo ha reforzado la característica de ser una cultura autoritaria.
Además, la incapacidad de los Estados de dar una respuesta oportuna y democrática a los pedidos de seguridad por parte de la sociedad, ha llevado a la pérdida de la credibilidad de los habitantes en sus propios Estados y al incremento de la ilegitimidad de las instituciones.
Por otro lado, a pesar de los esfuerzos significativos que se puedan hacer, en algunos casos miembros de la Policía generan situaciones que los compromete seriamente en el ámbito delincuencial y ello generalmente va a llevar a una imagen de función negativa.
Lo que se tiene que hacer es mirar hacia las necesidades del pueblo y no las del gobernante de turno.
Por ello es necesario establecer una fuerza policial independiente, que con lleva al pensamiento combinado con el papel histórico de la policía y ayuda a explicar el porqué un cuerpo auténticamente civil tiene todavía que ser acuartelado para preservar la seguridad ciudadana.
Teniendo en consideración lo anotado, es necesario bosquejar las estructuras legales y los marcos institucionales que han condicionado el asunto de la seguridad ciudadana, para ello debemos apoyarnos en la Constitución como el prisma a través del cual se considera el debate.
Para una democracia nueva, existe el doble desafío de resolver eficazmente los problemas del conflicto social, como es evidente en el crimen y la violencia, sin dañar la existencia del Estado de derecho. La modernización del Estado no ha podido modificar la visión de la policía funcionando como una fuerza de alta seguridad, que puede excluir la participación de la comunidad.
Para ello hay que considerar que las nuevas estructuras institucionales, desde la policía hasta los códigos legales que se le aplican, necesitan ser reformuladas para la seguridad ciudadana.
Queda por reflexionar sobre cómo vamos a alcanzar alguna vez el futuro de la ciudadanía, la seguridad personal y nuestro rol en la democracia, si las sociedades continúan perdiendo la batalla contra la criminalidad, generación tras generación.
Por ello, es necesario establecer como lo han dicho varios analistas, como el colombiano Alvaro Camacho que coinciden en cuestionar las políticas de seguridad que trazan algunos Estados, en las cuales pareciera que su preocupación no fuera tanto la seguridad de las personas, sino la seguridad del propio Estado, incluso por encima de los intereses de la ciudadanía y en contra de ella misma.
Por ello, tenemos que buscar soluciones efectivas que permitan confrontar el crimen y la violencia. Con miras a esos fines, la noción de "seguridad ciudadana" tiene que ser equiparada con la protección de la libertad, los derechos humanos, la democracia y el orden público.
De manera similar las causas de la "inseguridad ciudadana" han de ser identificadas, si se quieren crear soluciones efectivas para el problema. Debiendo de incluir no solo actos criminales contra el individuo, sino también la violencia institucionalizada, la conducta ilegal, la ausencia de controles, y la carencia de protección social, así como la perpetuación de enclaves autoritarios.
El reclamo de un nuevo entendimiento de los componentes de la seguridad ciudadana y las fuerzas que la amenazan debe ser visto como un proceso que conserva siempre la promoción de los derechos civiles como meta final. Si no la sociedad crea métodos para combatir el crimen que realmente debilitan el orden sociopolítico que se supone debe ser protegido. En este sentido, la decisión de establecer un estado de emergencia o de sitio, en vez de un estado de leyes, como respuesta al incremento del crimen y la violencia, a la larga solo servirá para perpetuar la inseguridad.
Experiencias anteriores sugieren mantener el delicado equilibrio entre la preservación del orden público y la promoción de los derechos civiles como el mejor paso, aunque sea un reto especialmente difícil para la sociedad que apenas han retornado a un régimen democrático.
Cuando se discuten recomendaciones sobre políticas de seguridad ciudadana, se debe adoptar un enfoque de análisis y evaluación que pueda responder a las necesidades de cada zona de manera individual. Ya que, la dimensión y la naturaleza de dicha zona es lo que a la larga condiciona la efectividad de las respuestas políticas a las antes mencionadas causas de la inseguridad ciudadana.
Desde el punto de vista de las políticas, sería inapropiado y de poca visión tratar a todas los sectores como a una misma entidad. Cada una tiene una dinámica histórica, cultural, institucional y geográfica propia, que amerita reconocimiento e incorporación en las políticas que son formuladas e implementadas.
Por ejemplo, no se puede esperar que las soluciones para enfrentar el incremento del crimen en Madre de Dios sean aplicables a la ola de criminalidad en Lima. De la misma manera que las causas que originan la violencia en ambos departamentos son divergentes, asimismo lo son las razones de la inhabilidad del Estado para combatirlas.
No obstante, se puede realizar un estudio comparativo de varias experiencias regionales, departamentales, provinciales o distritales, que desde ya sugiere la existencia de características, así como deficiencias, comunes entre ellas, que indican posibles opciones de políticas.
Para comenzar, en todos los casos podrán aparecer un enfoque desde abajo hacia arriba que involucra a la sociedad civil como la única vía de llegar a la raíz de las causas de la creciente criminalidad y violencia.
Este proceso debería comenzar con el fortalecimiento de las instituciones democráticas sobre dos ejes principales: las reformas dirigidas a modernizar los códigos institucionales y legales, es decir, aquellos relacionados con las fuerzas civiles policiales y al sistema judicial, y una mejor coordinación interinstitucional entre las organizaciones dotadas de un diseño de políticas afines a escala nacional (como el Poder Legislativo), además de actores sociales como lo son los medios de comunicación, que contribuyen directamente a la forma como la ciudadanía percibe el problema.
El mensaje contenido aquí es que la asunción de una visión integrada de la seguridad ciudadana –con los intereses de la sociedad civil en el centro y un reconocimiento realista de las fuerzas que la amenazan– posibilitará la reformulación del modelo institucional que actualmente caracteriza a los sistemas de seguridad, judicial y penal. Solamente así podrán ser echadas las bases que les permitan a los ciudadanos y las ciudadanas avanzar más allá de la violencia e inseguridad que actualmente nos rodea.
David Carhuamaca Zereceda

Violencia homicida / Suman 39 casos, los policias muertos!



Matan a un policía cada ocho días en todo el país

  
En la Argentina un policía es asesinado cada ocho días. Todavía no terminó 2012 y en nuestro país ya mataron a 39 uniformados en distintos hechos de inseguridad.
Las tres cuartas partes de esos homicidios ocurrieron en el área metropolitana, conformada por la Capital y el Gran Buenos Aires, donde entre enero y las últimas horas fueron asesinados 30 uniformados. Los nueve casos restantes ocurrieron en la provincia de Santa Fe, donde hubo tres asesinatos; Río Negro, Tucumán, Misiones, Santiago del Estero, Chubut y Neuquén, con un caso cada una.
Además del creciente nivel de violencia registrado en los delitos, la cifra puso al descubierto el contraste entre el área metropolitana, donde se concentró el 75 % de los homicidios de policías y otras grandes ciudades, como Córdoba o Mendoza, donde, durante este año, no fue asesinado ningún uniformado.
Este nivel de violencia fue el más alto de los últimos nueve años. Desde 2003 cuando fueron asesinados 62 uniformados que no mataban a tantos policías en el área metropolitana.
Por entonces, los investigadores advirtieron que la mayoría de los asesinatos ocurrieron cuando las víctimas se resistieron a que les roban sus automóviles.
A partir de ese dato, el gobierno nacional y el Poder Ejecutivo bonaerense decidieron aplicar una política de Estado conjunta para cortar el circuito de los robos de vehículos y clausuraron los desarmarderos que funcionaban en la zona de Warnes y en el Gran Buenos Aires. Así fue que al año siguiente, la cantidad de policías asesinados pasó de 62 a 20.
Otro elemento común en la mayoría de los casos registrados en el área metropolitana fue que el 90% de los asesinatos ocurrió cuando las víctimas estaban fuera de servicio. Distinta fue la situación en el resto del país, donde la mayoría de los policías fueron asesinados mientras estaban de uniforme y en horario de trabajo.
Éstos fueron los casos del suboficial Víctor Portillo y de su colega Diego Petrocci, quienes fallecieron cuando chocaron las motos en las que perseguían a delincuentes el 11 de febrero y el 20 de noviembre de este año, respectivamente. Ambos, al igual el suboficial Cristian Brian Oyola, al que mataron el 15 de noviembre pasado, se desempeñaban en la policía de Santa Fe. El último episodio tuvo una víctima colateral. El padre de Oyola falleció de un ataque al corazón cuando recibió la noticia de que habían matado a su hijo.
En la localidad de San José, en Misiones, el suboficial Ramón Lencina, casado con cuatro hijos, de 51 años, fue asesinado de una puñalada cuando intentó detener a dos delincuentes que asaltaban una ferretería. También fue asesinado mientras estaba de servicio el subcomisario Aníbal Fabián Alonso, jefe de la Unidad 75ª en Pilcaniyeu, una localidad rural situada a 100 kilómetros de San Carlos Bariloche. Al oficial de la policía de Río Negro lo mataron el 16 de abril pasado, cuando intentó requisar un camión.
Algo similar ocurrió con el oficial de la policía de Neuquén José Aigo, quien fue asesinado el 6 de marzo pasado por dos guerrilleros chilenos cuando intentó detenerlos en Junín de los Andes. Luego de matar al policía, los guerrilleros cruzaron la frontera a Chile. En ese caso, estuvo involucrado un hijo del intendente de San Martín de los Andes.
En julio, el cabo de la policía de Chubut, Nelson Godoy, fue asesinado cuando intentó impedir un asalto en una estación de servicio en Comodoro Rivadavia. El 6 de noviembre, luego de una semana de agonía murió el oficial de la policía de Tucumán, Miguel Roa. Había sido baleado en la cabeza cuando salió en defensa de una joven que era asaltada. En Santiago del Estero, el comisario Héctor Bravo fue asesinado por un subordinado suyo en un episodio cuyo móvil no fue determinado, aunque el agresor fue apresado..

http://www.lanacion.com.ar/1530150-matan-a-un-policia-cada-ocho-dias-en-todo-el-pais

Se necesitan políticas de Estado activas” Delito, drogas y exclusión social

Pablo Barbirotto está a cargo de la Defensoría N° 8 del Poder Judicial, y desde su experiencia de asistir legalmente a jóvenes “desacatados”, opina sobre lo que hay y lo que falta ante un problema que parece irse de las manos si no se toman políticas de estado serias, sobre todo con las adicciones.

La Defensoría de Menores es un área de la Justicia que tiene el rol de bregar por el cumplimiento de los derechos y garantías de los niños y adolescentes, y en particular de aquellos “en conflicto con la ley penal”, entre otras cosas. En Paraná, uno de los defensores es Pablo Barbirotto. Su tarea lo acerca a lo más crudo de la realidad de los pibes en Entre Ríos, y desde esa experiencia habla, diagnostica, cuestiona y propone. El delito, las drogas, y la falta de políticas serias de inclusión social y tratamiento de las adicciones, es el combo que estalla y se hace visible recién cuando la sangre empieza a correr. En tiempos donde los menores están en la mira de un sector de la sociedad que pide cárcel y mano dura, al escarbar un poco en sus vidas, en su día a día, aparece que los parches de hoy son muy necesarios, pero no tocan los problemas de fondo, y demuestra con crueldad que el futuro sigue en peligro. Es una verdad que preocupa, pero también moviliza. Drogas, delito y exclusión “Al chico que delinque, en mi opinión, hay que tratarlo como víctima. Y la Justicia Penal no es el ámbito, hay que trasladarlo al ámbito asistencial. Dar intervención con la Ley de Protección 9861, con medidas para tratar al chico”, porque “un adolescente es una persona que está en grado de desarrollo”, introduce Barbirotto. “Si vamos a hablar de menores, la proporción es ínfima en relación a los mayores: de cada 10 hechos delictivos, uno tiene la participación de un menor, y no es grave. Cuestiones de robo, arrebato, hurto, sin violencia extrema”. Pero hay un denominador común en la mayoría de los delitos, tanto de mayores de edad como de menores: “El consumo de drogas y delito van de la mano. La droga es la familia ortopédica del chico, busca en la droga la contención, y para conseguirla es muy sencillo”, explica el defensor. Para esto operaron en los últimos años una serie de cambios: “Se rompieron los códigos: antes no se robaba en el barrio, y el que vendía droga no le vendía a los chicos, y menos en el barrio”. ¿Cómo empieza un chico a consumir y en poco tiempo a robar para volver a drogarse? “Hoy le empiezan a ofertar cocaína, marihuana, psicofármacos, y le van agarrando el gustito. Y después le piden algo a cambio, que salga a robar y le traigan una cartera”. La pregunta que se hace Barbirotto es: “¿Cómo consigue un chico el Rivotril, por qué consigue alcohol?”, insumos no sólo prohibidos para la venta a menores, sino además muchos de ellos de exclusiva venta bajo receta archivada. “Es una discusión que tiene que abordarse interdisciplinariamente. Lo que necesitamos es la contención, el límite. Hoy no tenés un papá, una mamá, el padre es tan adicto como el chico, porque hay una diferencia de 15 años de padre a hijo. El padre se está rehabilitando de la adicción y el chico ya va a robar, y no está el ejemplo del padre que trabaja”, remarcó, y agregó: “Estamos asistiendo a la tercera generación de padres que no trabajan; por el asistencialismo, que no digo que está mal, he notado que con la Asignación por Hijo los chicos van a la escuela, por más que sea por la plata, pero si va a la escuela está contenido, y no está en la calle; antes estaba en la esquina con alcohol, con psicofármacos. Pero no es la solución”, aseguró el defensor. Por eso, la receta que cree necesaria no parece de otro mundo: “El problema de los menores no lo solucionás con el sistema penal, sino con políticas sociales previas, que tenga trabajo, que sea incluido socialmente. Y a partir de ahí va a bajar la delincuencia, es obvio. El chico delinque porque necesita para consumir, y porque está totalmente excluido”. “¿Y si me matan, qué?” El pibe tiene, supongamos, 14 años. Le arrancó la cartera de cuero a una anciana y salió corriendo o se llevaba un televisor de 29 pulgadas, cuando lo sorprendió un señor de azul y lo llevó de las orejas a Minoridad. Ahora está sentado en una oficina de Tribunales con aire acondicionado. Enfrente, del otro lado del escritorio, está Pablo Barbirotto, quien deberá defenderlo y resguardar sus derechos, aunque el chico probablemente no lo entienda ni le interese. El defensor intenta meterse por un segundo en su cabeza y comprender por qué hizo lo que hizo: “¿Vos pensaste que entraste a una casa, que te podían meter un tiro?”. “¿Y si me mataban, qué?”, responde el pibe, aunque en realidad pregunta. Y esta pregunta es más difícil responderla que cualquiera anterior. “No les importa la vida de ellos. No hay una perspectiva de futuro, no les importa, vivo el hoy, si a nadie le importé. Si nadie piensa en mí”, es una de las explicaciones que encuentra Barbirotto. Además, el tema se inscribe en un problema más global: “Estás en una sociedad que te exige que tenés que estar salvado a los 25 años, con una casa, un auto y un futuro resuelto. Y en realidad ese futuro o esa oportunidad la sociedad se la da a muy pocas personas. El resto comparte ese objetivo del éxito, pero va por otro camino. Que te exige que tenés que tener todo y sos por lo que tenés, y el chico también quiere eso, es un adolescente, hay que ponerse en la cabeza de un adolescente, y por esa capacidad distinta que tiene el chico, no podés culparlo de la misma forma. Estos chicos en la primera edad son invisibles, sabés que son pobres, que están en la calle pidiendo o haciendo malabares, corriendo peligro su vida, y lo ves como parte del paisaje. Pero se hace visible una vez que comete un delito”, dice, sugiriendo a todos una autocrítica. “Si no duerme en una casa, si pasa frío en invierno, le llevás una frazada, pero de esa forma no solucionás el problema. Hay que ver el organismo donde hay que denunciar estas cuestiones”. Cuestión de estado En cuanto a los caminos a tomar para hallar una solución a un problema que parece irse de las manos, Barbirotto se remite a lo que se viene haciendo, y a lo que falta. En relación a lo primero: “La experiencia que tenemos nosotros ha sido buena (la mayoría, otras no). Cuando al chico lo tratás bien, como una persona, con afecto, le generás un proyecto, buscás actividades (laboral, capacitación), y lo acompañás, el chico responde”, afirma. “La función de la Justicia junto con el Consejo –del Niño, el Adolescente y la Familia- tiene que ser que te ayude con proyectos, cómo revertir las cosas que lo llevaron a esto. El Consejo está desbordado por la cantidad de casos, no solamente por la cuestión penal, sino todos los chicos que en Paraná tienen una necesidad de asistencia, y son muchos”. “Los organismos administrativos tienen toda la voluntad -asegura-. Hay gente muy joven que se la pasa en los barrios todo el día, a cualquier hora a destajo. Pero bueno, no alcanza, porque podés tener diez que estén en los barrios, pero Paraná está desbordada de toda esta situación”. El ciego reclamo de mano dura parece no registrar este marco. “Yo soy un convencido de que con mayor pena no se va a solucionar absolutamente nada. Bajar la imputabilidad tampoco va a servir para nada, porque la vas a bajar a los 14 y a los tres meses de que salga la Ley va a aparecer un chico de 10 años que comete un hecho, y vamos a ir por los de 10 años. Porque no tenés control sobre eso. ¿Qué solucionás?”, opina Barbirotto. “Son cuestiones de políticas públicas –dice ahora, llegando al meollo de la cuestión-. Que el Estado primero tome el tema de la droga, que no lo está tomado como una cuestión de Estado. En Entre Ríos no tenés un lugar para internar a un chico, tenés que mandarlo a un lugar afuera, y eso cuesta plata. Se necesitan políticas de Estado activas. No nos preocupemos por las drogas, ocupémonos, porque esto va a ser un flagelo de acá a 5 años, que no lo vamos a poder llevar adelante. Fijate lo que es Buenos Aires con el tema del paco, acá todavía no tenés el paco, pero sí tenés cocaína a cinco pesos que debe ser muy parecido a lo que es el paco. Esos chicos están seis meses y te hacen una tras otra y no los podes contener”. “Hay que empezar a tener una política de estado donde digas: ‘Che, Entre Ríos necesita mínimo una comunidad terapéutica en la costa del Paraná y otra en la costa del Uruguay’. Donde tengas un chico con problemas de adicciones, lo puedas internar, lo puedas tratar”. Porque si no, “¿qué chico va a tener voluntad de recuperarse a los 14 años, si la droga es la única salida que tiene? Va a tener que ser compulsivamente”. Aunque no únicamente el foco debería estar puesto en el chico: “Si lo tengo internado un año –dice el defensor- y después lo mando al barrio, es lo mismo. Si lo tengo internado, mientras tanto voy a trabajar en el barrio con los padres, con la familia, para que ese chico vuelva al barrio y no salga a la esquina y vea a sus amigos drogándose, y devuelta a decaer. Ya es una política de Estado -insiste-, que el Estado, todo en su conjunto (Poder Judicial, Ejecutivo, Legislativo) tenemos que ocuparnos del tema de las adicciones. Es un tema que empieza a los 10 años en los chicos”. Y reitera, por las dudas, advierte otra vez: “Si no se empiezan a tener políticas serias de prevención, si no se empieza a hacer eso, estamos comprometidos para dentro de unos años”. Denunciar a los kioscos narcos del barrio También Barbirotto destaca la necesidad de denunciar a los que le venden la droga a los pibes: “Yo les digo a los padres: ‘díganme quienes están vendiendo’; ‘No, me van a quemar la casa’, responden. Están todos amenazados, nadie dice nada, la gente tiene que tomar consciencia de que esto hay que denunciarlo, dónde se vende, quién vende, darle la posibilidad a la gente que pueda hacer una denuncia anónima en la Justicia Federal, que se pueda preservar esto, porque todos tienen miedo. Porque el tema es que nos están matando a nuestros chicos”.

Pablo Barbirotto está a cargo de la Defensoría N° 8 del Poder Judicial, y desde su experiencia de asistir legalmente a jóvenes “desacatados”, opina sobre lo que hay y lo que falta ante un problema que parece irse de las manos si no se toman políticas de estado serias, sobre todo con las adicciones.
La Defensoría de Menores es un área de la Justicia que tiene el rol de bregar por el cumplimiento de los derechos y garantías de los niños y adolescentes, y en particular de aquellos “en conflicto con la ley penal”, entre otras cosas. En Paraná, uno de los defensores es Pablo Barbirotto. Su tarea lo acerca a lo más crudo de la realidad de los pibes en Entre Ríos, y desde esa experiencia