miércoles, 12 de mayo de 2010

INSEGURIDAD EN ARGENTINA


La inseguridad en Argentina 

Hay inseguridad, es cierto. ¿Para qué o por qué negarlo? Más que las encuestas, lo dice la sensación en la calle 

Mario Said Silvera 

Este caos alguna vez tuvo su siembra. En algún tiempo sobró indiferencia y faltó solidaridad. En cierto punto del pasado, la sociedad debió haber mirado hacia el costado, mientras la publicidad y los medios pateaban para adelante. Si no fue así, sería como creer que este Frankenstein de media mocedad levantada en armas lo inventó un escriba delirante, que al no tener cuartilla en la que plasmar sus fantasías, lo hizo sobre la propia piel de sus conciudadanos más tiernos. Hoy esta carne es la que se pasea ante nuestros ojos azorados; portando pistolas nueve milímetros. 

Digo Frankenstein, porque no tengo otra forma de decir que fue ayudado a ser un monstruo. Alguna vez, como todos, salió de un vientre, estuvo en una cuna, berreó por una madre. No digo padre, porque muchos no lo conocieron. 

Digo Frankenstein, porque todos venimos al mundo rodeados de un halo de inocencia, y que permanezcamos en el mundo tal como vinimos dependerá un poco de nosotros, pero también del ambiente que el azar dispuso como hábitat de nuestro desarrollo. Las miradas de desprecio que, desde un aséptico atalaya, suelen caer sobre las espaldas de los más desvalidos, no deja de ser nunca un impiadoso fuego de metralla, contra el que nada puede hacer un alma recién salida del capullo. Recalco esto para que no quede luego impune la crítica ácida de los apologistas del sistema, que tienen por costumbre ver la foto y no la película. 

Frankeistein, sí, porque ahora el monstruo que modeló nuestra indiferencia, se ha erguido con todo su andamiaje de paranoica prepotencia para recordarnos con su peor "lenguaje", que nosotros en cambio, no le somos indiferentes. Tenemos "algo" de ellos, y lo quieren de vuelta. Y ¿quién puede ahora desactivar este monstruo? ¿Quién le puede decir ahora que lo que hace es perverso, que existen otros medios para alcanzar mejor status, para prosperar con dignidad y sin salvajismo? 

El trabajo, le dirá alguien; y el monstruo se reirá, porque sabe mejor que nadie, que ese viejo hábito de ganarse el pan con el sudor de la frente, ha pasado a ser en estos últimos tiempos, merced a la desocupación, algo más que una utopía: una antigualla. 

Finalmente vendrán los cínicos, los que creen que los efectos de las cosas se producen por milagro; que detrás de la marginación y la pobreza no hay nunca una causa abominablemente agazapada. Hablo de aquellos necios que tan pronto avizoran un delito, piensan que la contraprestación al mismo debe ser indefectiblemente la pena capital, y en aras de ello, desparraman encendidos discursos. 

A vestir con dicho ropaje a nuestro pequeño Frankenstein lo ayudó un poco la publicidad, créanlo. Porque un pobre y desarropado hijo de Dios no puede interpretar con la inteligencia de que carece (porque como si su desvalidez no fuera suficiente, el estado le privó también de educación) que esas imágenes televisivas, de espléndidos automóviles y bellas mujeres no van dirigidas a él, sino a otros congéneres suyos más afortunados. Aquellos que comúnmente viven al norte de la avenida Rivadavia. 

Hay inseguridad, es cierto. ¿Para que o porque negarlo? Más que las encuestas, lo dice la sensación en la calle. Quien más, quien menos, tiene un amigo o un familiar que ha sido en los últimos tiempos, victima de algún robo. Ahora bien, éste termómetro nada tiene que ver con el que exhiben algunos medios de comunicación. El enfrentamiento feroz que éstos mantienen con el Gobierno les hace perder objetividad, y parecen regodearse con la exposición que hacen del delito, cada vez que éste se produce. La obscenidad en el tratamiento de la noticia es su marca en el orillo. Pero, ¿Se trata acaso de un ensañamiento que los diarios y las radios afines a la oposición practican gratuitamente? De ninguna manera. Aquí no hay ideología. Aquí solo hay negocio. Se vió cuando el Gobierno bajó las retenciones de la soja, y puso en ascuas el diferendo con el sector agropecuario. ¿Por qué no tomar partido del lado donde está el dinero si este dinero, en mayor o menor medida -y de alguna forma- está también en los bolsillos de los productores de los grandes medios? 

Un diario y una radio, hoy en día, no es la radio o el diario cándido que conocimos en el pasado; ambos son voceros de intereses, palabra y discurso que modela una estrategia destinada a favorecer una política económica, y además, por si algo faltase, son en si mismo empresas que quieren ganar dinero a manos llenas, no ofrecer información. Pero no todos los diarios y las radios siguen esta línea, y esto es justo aclararlo. Y si fuera así, yo no estaría escribiendo estas líneas para un medio de comunicación. Los hay más puros, muchos aún que tienen la vocación del auténtico periodismo, y éstos, estén del lado de la oposición, o tengan afinidad con el Gobierno, seguirán informando (porque así se lo pide la ética) de una manera equilibrada e informal. 

Por estos días, algunos popes de la farándula local se han sumado al corrillo de voces que propone mano dura, y no lo han hecho, por supuesto, desde un lugar común, sino desde una mansión en Miami, un country en Buenos Aires, o mientras descendían de una limusina. Susana Jiménez, Cacho Castaña, y Marcelo Tinelli entre otros, han ido más allá, y han pedido para frenar el delito nada más y nada menos que… ¡La pena de muerte! Creo que sobran calificativos para definir a aquellos que se muestran capaces de cabalgar sobre miles de años de jurisprudencia, toneladas de informes sociológicos, y un largo recorrido por la historia, que sugieren una tendencia y una necesidad contraria. El tema es otro. ¿Dónde estuvieron hasta ahora? ¿No saben que la pobreza y la miseria tienden a generar la inseguridad? ¿Cuándo fueron solidarios con el que menos tiene? Que yo sepa, siempre han apoyado las políticas más conservadoras y depredadoras del bien común, aquellas que, por si no lo saben, son las que han traído a la ribera de estos suelos tanta angustia y desolación. 


http://www.lavanguardia.es/el-lector-opina/noticias/20090607/53718777720/la-inseguridad-en-argentina.html

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