Las sociedades están más violentas
Las sociedades están más violentas que nunca según las últimas mediciones. Se han incrementado superlativamente los robos con violencia. Las drogas y el narcotráfico con sus mafias conexas infiltran instituciones, lideran el crimen organizado y corroen todo
Sin embargo, los mayores índices de violencia no son fruto de la inseguridad que produce la delincuencia, sino más bien del clima de profunda impunidad enquistado en las sociedades. La falta de justicia derivó en un fenómeno cultural, cuya consecuencia más perversa es la indolencia. Nos hemos acostumbrado a vivir entre violentos y los que matan por matar.
La institucionalización de la violencia acarrea problemas mayores: La deshumanización de las víctimas. En México, por ejemplo, la desaparición y asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa son solo una estadística. Rara vez salen a relucir sus nombres e historias de vida o sobre por qué protestaban, antes que los policías los vendieran a los narcos.
En Argentina, México y Venezuela se triplicaron los robos con violencia y ya se toma por habitual que alguien sea asesinado durante el hecho. En Brasil, Honduras y Guatemala, los asesinatos son selectivos, matan a quienes tenían una causa o la misión de combatir la violencia.
En muchos países los conflictos superan al Estado. En Colombia en plena negociación del proceso de paz entre el gobierno y las FARC, los guerrilleros minaron los acuerdos con una matanza de nueve militares. El gobierno de El Salvador no pudo sostener la tregua con las pandillas juveniles y en marzo los asesinatos se cuadriplicaron, murieron 481 personas, entre policías, militares y pandilleros.
En Brasil y Guatemala, ante el clima de impunidad, los propios agentes del Estado empiezan a tomar la justicia por manos propias. Los grupos paraestatales rememoran los nefastos escuadrones de la muerte de épocas pasadas. En Guatemala se desbarató un grupo parapolicial de 19 agentes y comisarios dedicado a ejecuciones extrajudiciales.
La falta de justicia es una papa caliente a la que nadie se atreve. Para las próximas elecciones en Guatemala y Argentina, los candidatos hablan sobre la justicia pero en su esfera política, pero poco proponen combatir la impunidad. No asumen que la ineficiencia de la justicia cotidiana es la mayor causa de degradación social.
La institucionalización de la violencia acarrea problemas mayores: La deshumanización de las víctimas. En México, por ejemplo, la desaparición y asesinato de los 43 estudiantes de Ayotzinapa son solo una estadística. Rara vez salen a relucir sus nombres e historias de vida o sobre por qué protestaban, antes que los policías los vendieran a los narcos.
En Argentina, México y Venezuela se triplicaron los robos con violencia y ya se toma por habitual que alguien sea asesinado durante el hecho. En Brasil, Honduras y Guatemala, los asesinatos son selectivos, matan a quienes tenían una causa o la misión de combatir la violencia.
En muchos países los conflictos superan al Estado. En Colombia en plena negociación del proceso de paz entre el gobierno y las FARC, los guerrilleros minaron los acuerdos con una matanza de nueve militares. El gobierno de El Salvador no pudo sostener la tregua con las pandillas juveniles y en marzo los asesinatos se cuadriplicaron, murieron 481 personas, entre policías, militares y pandilleros.
En Brasil y Guatemala, ante el clima de impunidad, los propios agentes del Estado empiezan a tomar la justicia por manos propias. Los grupos paraestatales rememoran los nefastos escuadrones de la muerte de épocas pasadas. En Guatemala se desbarató un grupo parapolicial de 19 agentes y comisarios dedicado a ejecuciones extrajudiciales.
La falta de justicia es una papa caliente a la que nadie se atreve. Para las próximas elecciones en Guatemala y Argentina, los candidatos hablan sobre la justicia pero en su esfera política, pero poco proponen combatir la impunidad. No asumen que la ineficiencia de la justicia cotidiana es la mayor causa de degradación social.
http://www.revistateina.es/teina/web/teina17/dos1.htm
El problema de la violencia y la impunidad es complejo. Los medios tampoco ayudan mucho. El sensacionalismo conspira contra las soluciones, en especial porque hace apología de la violencia y deshumaniza a las víctimas. En EEUU se combate esta deshumanización instaurando la Semana Nacional de los Derechos de las Víctimas del Crimen que se celebra en abril. El objetivo es evitar que se le dé más importancia a los detalles del crimen y a sus perpetradores, que a la víctima y sus familiares.
Un estudio de la Universidad de Las Américas de Puebla adivina este camino. Condena al Estado mexicano por tratar de resolver el problema de la inseguridad con más policías. Los miles de agentes que se agregaron a la fuerza en el último sexenio, fue un balde en el océano. "No se necesita invertir cada vez más recursos para aumentar el número de policías, sino en los procesos que garanticen la efectividad de sus acciones'', concluye el informe.
La falta de justicia y la deshumanización de la violencia tienen un mayor agravante. Cuando la gente descree de las instituciones, se acostumbra al crimen y no denuncia. Cuando esto se hace habitual y la sociedad se deja ganar por el desánimo, se crea un círculo vicioso, suelo fértil para los violentos y delincuentes que doblan la apuesta.
ESTAMOS DESANIMADOS Y VEMOS LA VIOLENCIA QUE CRECE...
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