Con ello, lo único que han logrado hasta el momento, en lo humano, es meter más presos (pobres por supuesto). Intentos ruborizados de bajar la edad de la imputabilidad penal de los niños. No pueden bajar las estadísticas de policías muertos por año que cada vez se incrementan y de una manera alarmante.
En la materialidad de ese intento que parece infantil, por frenar la inseguridad desde las compras histéricas de cada gobernante, van logrando que con los chalecos los policías no mueran en la primera, sino en la segunda balacera. Que con las motos y los patrulleros nuevos en realidad lleguen más rápido al lugar a donde hace un instante ya ocurrió el delito. Que cada vez hayan más empleados públicos encargados de la inseguridad y la última novedad, es que ahora, podemos apreciar en los diarios y en la tele sin movernos de nuestro living, cómo pelean grupo de adolescentes, cómo le sacan la billetera a una viejita, cómo roban una relojería, cómo matan y hasta cómo y dónde violan a la gente.
Todos saben que esto es una mentira inmensa. Ninguno de estos elementos sirve para terminar con la inseguridad y lo saben. Menos aún han podido convencer a la ciudad de que cada vez hay más serenidad social.
Los políticos están contentos, no porque pudieron controlar el delito, sino por las inmensas coimas y retornos que han logrado con la compra de vehículos, armas, municiones para “este combate” y las adquisiciones y remodelaciones de edificios, y la aparatología carísima con que están dotados, con instalaciones de cámaras “preventoras del delito” por toda la ciudad.
Tucumán, por ejemplo, tiene montada una escenografía, bien llamada “teatro de operaciones”, en la plaza principal a la vista de todos los transeúntes en una especie de pecera, que deja ver observadores expertos y calificados en ver la realidad.
¿De dónde viene la inseguridad, a dónde está, hacia dónde va?
Estadísticas del año 2006 del (SIPROSA) Sistema Provincial de Salud de la Provincia de Tucumán:
De cada 5 niños que nacen en la Argentina, 2 nacen con las necesidades básicas insatisfechas. Ellas son:
- Hogares que habitan viviendas con más de 3 personas por cuarto (hacinamiento crítico).
- Hogares que habitan en una vivienda de tipo inconveniente (pieza de inquilinato, vivienda precaria u otro tipo)
- Hogares que habitan en viviendas que no tienen retrete o tienen retrete sin descarga de agua.
- Hogares sin agua potable.
- Hogares que tienen algún niño en edad escolar que no asiste a la escuela.
- Hogares con niños indocumentados.
- Hogares que tienen 4 o más personas por miembro ocupado y en los cuales el jefe tiene bajo nivel de educación (sólo asistió dos años o menos al nivel primario).
A ello, debemos sumar, que los 2 niños excluidos que se mencionan en la estadística del S.I.P.R.O.S.A. tienen:
- Problemas de desnutrición o alimentación deficiente.
- Ejemplos de adicciones que reciben de sus progenitores, obesidad, tabaquismo, alcoholismo, drogadicción.
- Sufrimiento de abuso sexual infantil ejecutados por sus propios adultos referentes.
Esto da como resultado final, un niño, que va creciendo en un ambiente absolutamente violento en todo sentido. Obviamente, cuando llega a grande, desconoce que debe tener respeto sobre el cuerpo, el patrimonio y la vida de otra persona. Se ha creado, un hombre con valores diferenciados, que hasta sería inhumano o inconcebible que pueda tener conmiseración con el otro.
De más está decir, que su falta de formación solidaria y dentro de un tejido social adverso, con una Sociedad y un Gobierno que le da las espaldas, no podrá controlarse y respetar lo ajeno, utilizar para su satisfacción sexual cualquier cuerpo que se le presente, o matar a cualquier precio o sin él.
Allí, exactamente en ese lugar, está la fuente de la inseguridad, de donde emanan cada vez con más fuerza seres humanos, con una conciencia, diametralmente opuesta a aquellos 3 que quedaron sin el sufrimiento de estas consecuencias.
¿Cuál es la solución?
Escucharlos, tan sólo escucharlos, con una escucha activa, en la cual con asesoras telefónicas preparadas, el niño desde pequeño puede contar sus sueños, sus necesidades, sus angustias, sus ilusiones, sus dudas, sus problemas, su dolor, sus duelos, sus estados de ánimo, pedir asistencia que precise, jugar; en síntesis, sentirse escuchado, sentirse contenido.
Cuando nosotros los adultos tenemos problemáticas como éstas, hablamos con un amigo, vamos a un psicoterapeuta, o lo que sea, por cuanto, tenemos dinero, libertad y posibilidades de decir, ellos, los más pequeños, no tienen más opción que su familia, y cuando esa familia lo agrede, una sociedad que lo ignora y un gobierno ausente… se queda sin opción.
¿Siendo esto tan fácil, por qué los gobernantes no lo hacen?
Por cuatro motivos:
1) Los políticos y funcionarios necesitan resultados inmediatos, que sean buenos o malos no importa, sino que sean rápidos, para poderlos mostrar a un electorado, que siempre es voto potencial. Por el contrario, la escucha y contención de niños por vía telefónica masiva, precisa al menos 10 años de acción perseverante para observar resultados que van en relación con la evolución y el crecimiento de una generación.
2) En esa escucha activa, el niño, la niña o el adolescente, dirán cosas que al político o al gobernante no le convienen que se conozcan. A qué funcionario le gustaría que los niños se quejen de hambre, de desnutrición, de que son víctimas de casas de explotación comercial sexual, de soledad, de abuso sexual infantil sin que nadie haga nada y cientos de vulneraciones de sus derechos.
3) Las cámaras, las motos, los patrulleros dando vuelta por la ciudad, son impactantes y dan una sensación de seguridad para una población que aplaude aunque sea esta superficialidad de protección ciudadana.
4) Porque ese montaje de patrulleros, accesorios, aparatología, motos, patrulleros, la construcción de cárceles, les provee de grandes sumas de retornos, que les permiten volver, sin solución de continuidad a postularse y comprar votos para ser reelegidos cada cuatro años y así sucesivamente, por supuesto, si el político o gremialista que tratamos no es millonario y si es, con más razón.
Si usted ha pensado hasta acá que nosotros somos boicoteadores de gobiernos, zurdos, locos, anarquistas, guerrilleros, ignorantes, desestabilizadores, etc., hagamos de cuenta que no hemos dicho nada, demos vuelta la página y escuchemos el reportaje que O Globo TV de Brasil le efectúa al número uno de los delincuentes de Brasil, Marcos Camacho, más conocido como “El Capo Marcola”.
Marcos Camacho, más conocido por el sobrenombre de “Marcola”, es el máximo dirigente de una organización criminal de Sao Paulo (Brasil) denominada Primer Comando de la Capital (PCC). Las respuestas de Marcola nos aproximan a lo que puede ser el futuro de la delincuencia común en América Latina.
O Globo: ¿Usted es del PRIMER COMANDO DE LA CAPITAL (PCC)?
Marcola: Más que eso, yo soy una señal de estos tiempos. Yo era pobre e invisible. Ustedes nunca me miraron durante décadas y antiguamente era fácil resolver el problema de la miseria. El diagnóstico era obvio: migración rural, desnivel de renta, pocas villas miseria, discretas periferias; la solución nunca aparecía… ¿Qué hicieron? Nada. ¿El Gobierno Federal alguna vez reservó algún presupuesto para nosotros? Nosotros sólo éramos noticia en los derrumbes de las villas en las montañas o en la música romántica sobre “la belleza de esas montañas al amanecer”, esas cosas… Ahora estamos ricos con la multinacional de la droga. Y ustedes se están muriendo de miedo. Nosotros somos el inicio tardío de vuestra conciencia social.
O Globo: Pero la solución sería…
Marcola: ¿Solución? No hay solución, hermano. La propia idea de “solución” ya es un error. ¿Ya vio el tamaño de las 560 villas miseria de Río? ¿Ya anduvo en helicóptero por sobre la periferia de San Pablo? ¿Solución, cómo? Sólo la habría con muchos millones de dólares gastados organizadamente, con un gobernante de alto nivel, una inmensa voluntad política, crecimiento económico, revolución en la educación, urbanización general y todo tendría que ser bajo la batuta casi de una “tiranía esclarecida” que saltase por sobre la parálisis burocrática secular, que pasase por encima del Legislativo cómplice. Y del Judicial que impide puniciones. Tendría que haber una reforma radical del proceso penal de país, tendría que haber comunicaciones e inteligencia entre policías municipales, provinciales y federales (nosotros hacemos hasta “conference calls” entre presidiarios…) Y todo eso costaría billones de dólares e implicaría una mudanza psicosocial profunda en la estructura política del país. O sea: es imposible. No hay solución.
O Globo: ¿Usted no tiene miedo de morir?
Marcola: Ustedes son los que tienen miedo de morir, yo no. Mejor dicho, aquí en la cárcel ustedes no pueden entrar y matarme, pero yo puedo mandar matarlos a ustedes allí afuera. Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas. Estamos en el centro de lo insoluble mismo. Ustedes en el bien y el mal y, en medio, la frontera de la muerte, la única frontera. Ya somos una nueva “especie”, ya somos otros bichos, diferentes a ustedes.
La muerte para ustedes es un drama cristiano en una cama, por un ataque al corazón. La muerte para nosotros es la comida diaria, tirados en una fosa común. ¿Ustedes intelectuales no hablan de lucha de clases, de ser marginal, ser héroe? Entonces ¡llegamos nosotros! ¡Ja, ja, ja…! Yo leo mucho; leí 3.000 libros y leo a Dante, pero mis soldados son extrañas anomalías del desarrollo torcido de este país. No hay más proletarios, o infelices, o explotados. Hay una tercera cosa creciendo allí afuera, cultivada en el barro, educándose en el más absoluto analfabetismo, diplomándose en las cárceles, como un monstruo Alien escondido en los rincones de la ciudad. Ya surgió un nuevo lenguaje. Es eso. Es otra lengua. Está delante de una especie de post miseria. La post miseria genera una nueva cultura asesina, ayudada por la tecnología, satélites, celulares, Internet, armas modernas. Es la mierda con chips, con megabytes.
O Globo: ¿Qué cambió en las periferias?
Marcola: Mangos. Nosotros ahora tenemos. ¿Usted cree que quien tiene 40 millones de dólares como Beira Mar no manda? Con 40 millones de dólares la prisión es un hotel, un escritorio… Cuál es la policía que va a quemar esa mina de oro, ¿entiende? Nosotros somos una empresa moderna, rica. Si el funcionario vacila, es despedido y “colocado en el microondas”. Ustedes son el estado quebrado, dominado por incompetentes. Nosotros tenemos métodos ágiles de gestión. Ustedes son lentos, burocráticos. Nosotros luchamos en terreno propio. Ustedes, en tierra extraña. Nosotros no tememos a la muerte. Ustedes mueren de miedo. Nosotros estamos bien armados. Ustedes tienen calibre 38. Nosotros estamos en el ataque. Ustedes en la defensa. Ustedes tienen la manía del humanismo. Nosotros somos crueles, sin piedad. Ustedes nos transformaron en “super stars” del crimen. Nosotros los tenemos de payasos. Nosotros somos ayudados por la población de las villas miseria, por miedo o por amor. Ustedes son odiados. Ustedes son regionales, provincianos. Nuestras armas y productos vienen de afuera, somos “globales”. Nosotros no nos olvidamos de ustedes, son nuestros “clientes”. Ustedes nos olvidan cuando pasa el susto de la violencia que provocamos.
O Globo: ¿Pero, qué debemos hacer?
Marcola: Les voy a dar una idea, aunque sea en contra de mí. ¡Agarren a “los barones del polvo” (cocaína)! Hay diputados, senadores, empresarios, hay ex presidentes en el medio de la cocaína y de las armas. ¿Pero, quién va a hacer eso? ¿El ejército? ¿Con qué plata? No tienen dinero ni para comida de los reclutas. Estoy leyendo “Sobre la guerra”, de Clausewitz. No hay perspectiva de éxito. Nosotros somos hormigas devoradoras, escondidas en los rincones. Tenemos hasta misiles anti-tanque. Si embroman, van a salir unos Stinger. Para acabar con nosotros… solamente con una bomba atómica en las villas miseria. ¿Ya pensó? ¿Ipanema radiactiva?
O Globo: Pero… ¿No habrá una solución?
Marcola: Ustedes sólo pueden llegar a algún suceso si desisten de defender la “normalidad”. No hay más normalidad alguna. Ustedes precisan hacer una autocrítica de su propia incompetencia. Pero a ser franco, en serio, en la moral. Estamos todos en el centro de lo insoluble. Sólo que nosotros vivimos de él y ustedes no tienen salida. Sólo la mierda. Y nosotros ya trabajamos dentro de ella. Entiéndame, hermano, no hay solución. ¿Saben por qué? Porque ustedes no entienden ni la extensión del problema. Como escribió el divino Dante: “Perded toda esperanza. Estamos todos en el infierno”.
Julio César RuizFundación Adoptar
NUESTROS CHICOS A LA DERIVA ES LA MEJOR IDEA QUE ALGO....... ANDA MAL ... MUY MAL!!!!
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