POBREZA Y DESARROLLO CEREBRAL
I Nutrición y estrés
Las situaciones de estrés extremo dejan consecuencias en el desarrollo cognitivo de las personas o lo que algunos llaman “marcas biológicas”. El desarrollo cerebral se asocia a la pobreza, pensando que los ingresos o un plato de comida paliarán la situación de desnutrición y ello redundará en el bienestar psicofísico de los y las menores. Sin embargo vivir bajo situaciones de estrés provocadas por violencia familiar, inseguridad, inestabilidad; también anula capacidades básicas como la memoria, la comprensión y el lenguaje.
¿Es la desnutrición una prioridad realmente asumida en la sociedad argentina de hoy?
¿Hay conciencia acerca de la importancia de las condiciones de entorno sobre el desarrollo integral de los chicos?
¿Cuál cree Ud. es el factor fundamental para el bienestar psicofísico y desarrollo de una persona en temprana edad?
¿Nutrición y estabilidad emocional son suficientes, complementarias?
¿Cómo remediar las situaciones de estrés? ¿Por dónde empezar?
II La empatía que se enseña
No basta con saciar el apetito para ser una persona equilibrada. Hay capacidades como la empatía que hacen a una sociedad cohesionada y que se enseñan, son fruto del amor y la capacidad de los padres y educadores de actuar con el ejemplo y no castigar ante actitudes erráticas de los menores.
Cuando la empatía está ausente, se actúa en nombre del propio interés, sin importar el sentimiento y bienestar ajeno. Lo anterior lleva a comportamientos antisociales, asesinatos a sangre fría y genocidio en todos los niveles económicos y culturales.
http://www.nytimes.com/2010/02/16/health/16brod.html?emc=eta1
¿Cree que hay alguna relación entre “la empatía” y los hechos delictivos que suceden a diario en Argentina?
¿Dónde se ubica la pobreza en todo esto?
III Las no palabras
El siguiente artículo del NY Times aborda un factor ambiental, el contacto físico, como promotor del esfuerzo en equipo y la solución conjunta de los problemas.
A través de varios estudios de laboratorio y desde la psicología se ha podido comprobar los beneficios que en términos de carga emocional representa para las personas el hecho de compartir sus disgustos, aliviándose el dolor espiritual muchas veces con una mano tendida o en el hombro de quien está atravesando un mal momento.
http://www.nytimes.com/2010/02/23/health/23mind.html?emc=eta1
¿Cómo podemos aplicar estas ideas al funcionamiento cotidiano de nuestro sistema educativo?
¿Qué rol juegan las “no palabras” en un contexto más amplio de inseguridad ciudadana?
Pruebas desarrolladas durante largo tiempo demuestran que cuando los niños han sido expuestos a situaciones constantes de estrés, el resultado va desde una reducción en las capacidades básicas de la memoria, hasta un desarrollo mas limitado de ciertas zonas del cerebro que son esenciales para la comprensión y el lenguaje. Y ello se da aun cuando los niños no hayan tenido carencias nutricionales.
En una descripción dramática, Farah explica como la excesiva secreción de una hormona llamada cortisol (asociada con el estrés) hace que "los chicos pobres tengan subdesarrolladas sus habilidades del lenguaje, dificultades en recordar eventos y estímulos, guardar y cambiar información durante algún tiempo y poder resistir la atracción de estímulos inmediatos para poder maximizar beneficios de largo plazo". Estas limitaciones impactarán luego en el pobre rendimiento escolar y seguirán restringiendo la posibilidad de que ese niño se convierta en un adulto que pueda imaginar y construir un proyecto de vida.
El estrés proviene de múltiples causas, pero, sobre todo, está generado por la percepción de vivir una vida impredecible, sobre la que no se tiene control, debido a razones tales como un ámbito familiar violento, con ingresos permanentemente inestables, o sentir la incapacidad de poder responder adecuadamente a las demandas de la educación y por tanto ser discriminado en la escuela. Si a ello, agregamos que otros estudios demuestran que el estrés maternal durante la gestación también genera en los bebes un daño que es de difícil reversión posterior, tenemos un panorama por demás complejo para el desarrollo de la vida.
La contención maternal, al neutralizar el efecto del estrés a través de la escucha, el afecto y el diálogo, reduce sensiblemente el deterioro. Pero las madres pobres tienen a su vez sus propias restricciones. Presionadas por su necesidad de trabajar, y los largos tiempos de viaje , tienen menos tiempo libre para poder contener a sus hijos. Situaciones de violencia familiar, jefatura femenina del hogar y embarazo adolescente, agregan limitaciones al apoyo que los hijos necesitan.
Con esta perspectiva, entonces, la política social debería aumentar la complejidad de su enfoque y sus intervenciones si pretende ser eficaz en asegurar que los chicos pobres puedan ser activos constructores de una vida de progreso.
No alcanza con asegurar su alimentación -por importante que ella sea- sino de intentar trabajar con las condiciones que afectan la armonía del hogar y la autoestima de los chicos. Dado que no es posible transformar todo el entorno familiar, habrá que hacerlo allí donde los chicos puedan recibir afecto y estímulo, incluyendo especialmente la potenciación del rol maternal. Desde asegurar un ingreso básico a las familias pobres con hijos, de modo que la madre se vea menos compelida a estar fuera del hogar; hasta la oferta de guarderías en la más temprana edad y asegurar que las escuelas discriminen a los chicos con problemas, la política social pública deberá ser un sistema que cubra todo el trayecto de vida.
Para ello, nada mejor que - además de optimizar su propia acción- confiar en el rol capilar de las redes sociales, que pueden llegar donde no llega el Estado y además pueden poner el afecto que se pierde en la rutina burocrática. Si nos damos cuenta que, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA el 60% de los menores de 17 años vive en hogares vulnerables; el 23% se ve afectado por la tenencia irregular de vivienda (sus familias se mudan constantemente), y los problemas de hacinamiento -más de tres personas por cuarto- afectan a dos de cada 10 chicos, entonces el objetivo de salvar a esos chicos de un trayecto de vida que se inicia con una carencia cerebral irreversible, debería convertirse, cuanto antes, en un objetivo nacional.
Las situaciones de estrés extremo dejan consecuencias en el desarrollo cognitivo de las personas o lo que algunos llaman “marcas biológicas”. El desarrollo cerebral se asocia a la pobreza, pensando que los ingresos o un plato de comida paliarán la situación de desnutrición y ello redundará en el bienestar psicofísico de los y las menores. Sin embargo vivir bajo situaciones de estrés provocadas por violencia familiar, inseguridad, inestabilidad; también anula capacidades básicas como la memoria, la comprensión y el lenguaje.
¿Es la desnutrición una prioridad realmente asumida en la sociedad argentina de hoy?
¿Hay conciencia acerca de la importancia de las condiciones de entorno sobre el desarrollo integral de los chicos?
¿Cuál cree Ud. es el factor fundamental para el bienestar psicofísico y desarrollo de una persona en temprana edad?
¿Nutrición y estabilidad emocional son suficientes, complementarias?
¿Cómo remediar las situaciones de estrés? ¿Por dónde empezar?
II La empatía que se enseña
No basta con saciar el apetito para ser una persona equilibrada. Hay capacidades como la empatía que hacen a una sociedad cohesionada y que se enseñan, son fruto del amor y la capacidad de los padres y educadores de actuar con el ejemplo y no castigar ante actitudes erráticas de los menores.
Cuando la empatía está ausente, se actúa en nombre del propio interés, sin importar el sentimiento y bienestar ajeno. Lo anterior lleva a comportamientos antisociales, asesinatos a sangre fría y genocidio en todos los niveles económicos y culturales.
http://www.nytimes.com/2010/02/16/health/16brod.html?emc=eta1
¿Cree que hay alguna relación entre “la empatía” y los hechos delictivos que suceden a diario en Argentina?
¿Dónde se ubica la pobreza en todo esto?
III Las no palabras
El siguiente artículo del NY Times aborda un factor ambiental, el contacto físico, como promotor del esfuerzo en equipo y la solución conjunta de los problemas.
A través de varios estudios de laboratorio y desde la psicología se ha podido comprobar los beneficios que en términos de carga emocional representa para las personas el hecho de compartir sus disgustos, aliviándose el dolor espiritual muchas veces con una mano tendida o en el hombro de quien está atravesando un mal momento.
http://www.nytimes.com/2010/02/23/health/23mind.html?emc=eta1
¿Cómo podemos aplicar estas ideas al funcionamiento cotidiano de nuestro sistema educativo?
¿Qué rol juegan las “no palabras” en un contexto más amplio de inseguridad ciudadana?
urante muchos años, la investigación predominante
sobre la relación entre nutrición y pobreza ha puesto énfasis en el daño
cerebral irreversible producido por la carencia de nutrientes
adecuados durante los primeros años de vida. Por ese motivo se hace
hincapié en la necesidad que las políticas públicas promuevan la
lactancia materna y aseguren los suplementos necesarios para que ese
daño no se produzca.
Los trabajos de O'Donnell y Albino entre otros, han alertado a la
sociedad e impulsado muy valiosas iniciativas sociales para mejorar los
niveles de nutrición en la pobreza extrema. Pero hace no mucho que han
aparecido nuevos aportes que amplían la mirada sobre la relación entre
pobreza y daño cerebral . Así, exigen ampliar la mirada en este tema
tan vital . Los trabajos de Martha Farah (Universidad de Pensilvania) y
Gary Evans y Michelle Schamberg (Cornell University) ponen énfasis en
otra causa de agresión al desarrollo cerebral de los niños: el estrés.
Pruebas desarrolladas durante largo tiempo demuestran que cuando los niños han sido expuestos a situaciones constantes de estrés, el resultado va desde una reducción en las capacidades básicas de la memoria, hasta un desarrollo mas limitado de ciertas zonas del cerebro que son esenciales para la comprensión y el lenguaje. Y ello se da aun cuando los niños no hayan tenido carencias nutricionales.
En una descripción dramática, Farah explica como la excesiva secreción de una hormona llamada cortisol (asociada con el estrés) hace que "los chicos pobres tengan subdesarrolladas sus habilidades del lenguaje, dificultades en recordar eventos y estímulos, guardar y cambiar información durante algún tiempo y poder resistir la atracción de estímulos inmediatos para poder maximizar beneficios de largo plazo". Estas limitaciones impactarán luego en el pobre rendimiento escolar y seguirán restringiendo la posibilidad de que ese niño se convierta en un adulto que pueda imaginar y construir un proyecto de vida.
El estrés proviene de múltiples causas, pero, sobre todo, está generado por la percepción de vivir una vida impredecible, sobre la que no se tiene control, debido a razones tales como un ámbito familiar violento, con ingresos permanentemente inestables, o sentir la incapacidad de poder responder adecuadamente a las demandas de la educación y por tanto ser discriminado en la escuela. Si a ello, agregamos que otros estudios demuestran que el estrés maternal durante la gestación también genera en los bebes un daño que es de difícil reversión posterior, tenemos un panorama por demás complejo para el desarrollo de la vida.
La contención maternal, al neutralizar el efecto del estrés a través de la escucha, el afecto y el diálogo, reduce sensiblemente el deterioro. Pero las madres pobres tienen a su vez sus propias restricciones. Presionadas por su necesidad de trabajar, y los largos tiempos de viaje , tienen menos tiempo libre para poder contener a sus hijos. Situaciones de violencia familiar, jefatura femenina del hogar y embarazo adolescente, agregan limitaciones al apoyo que los hijos necesitan.
Con esta perspectiva, entonces, la política social debería aumentar la complejidad de su enfoque y sus intervenciones si pretende ser eficaz en asegurar que los chicos pobres puedan ser activos constructores de una vida de progreso.
No alcanza con asegurar su alimentación -por importante que ella sea- sino de intentar trabajar con las condiciones que afectan la armonía del hogar y la autoestima de los chicos. Dado que no es posible transformar todo el entorno familiar, habrá que hacerlo allí donde los chicos puedan recibir afecto y estímulo, incluyendo especialmente la potenciación del rol maternal. Desde asegurar un ingreso básico a las familias pobres con hijos, de modo que la madre se vea menos compelida a estar fuera del hogar; hasta la oferta de guarderías en la más temprana edad y asegurar que las escuelas discriminen a los chicos con problemas, la política social pública deberá ser un sistema que cubra todo el trayecto de vida.
Para ello, nada mejor que - además de optimizar su propia acción- confiar en el rol capilar de las redes sociales, que pueden llegar donde no llega el Estado y además pueden poner el afecto que se pierde en la rutina burocrática. Si nos damos cuenta que, según el Observatorio de la Deuda Social de la UCA el 60% de los menores de 17 años vive en hogares vulnerables; el 23% se ve afectado por la tenencia irregular de vivienda (sus familias se mudan constantemente), y los problemas de hacinamiento -más de tres personas por cuarto- afectan a dos de cada 10 chicos, entonces el objetivo de salvar a esos chicos de un trayecto de vida que se inicia con una carencia cerebral irreversible, debería convertirse, cuanto antes, en un objetivo nacional.
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