lunes, 9 de marzo de 2015

MARCHA POR LA VIDA..."UD.NO SABE QUIEN SOY YO..."..TODOS DEBERIAMOS UNIRNOS Y MARCHAR POR LA VIDA!!!!

Este país no tiene como avanzar, si para decir que estamos a favor de la vida como principio fundamental, se espera formar una polémica tan degradante que asquea, por que pesan más las culpas de los acusadores que las de los acusados.
Y es que la mayoría de opinadores llegaron a la misma conclusión, el mensaje  es tan propio e intrínseco a él que cada paso que ha dado en el mundo de lo público siempre está conectado a esa premisa básica: la vida es sagrada. Si la vida es sagrada, los dineros públicos lo tiene que ser, porque ellos contribuyen al bienestar general, si la vida es sagrada debemos respetar las normas de tránsito, porque irrespetarlas pone en riesgo la vida de todos y así cada cosa que el profesor, matemático y filosofó de origen lituano ha hecho, es evidencia de un recorrido que nos quedará para siempre en la mente.
Una a una cae cualquiera sea el lado que quiera mirarse. Por ejemplo, si el presidente convoca a un ciudadano ejemplar, identificado por algo tan loable como es hacer más consientes de que el respeto de las normas nos trae mayor convivencia y por lo tanto más vida, para que lidere un proceso de movilización generalizado en favor de ese valor, pues significa que el presidente está haciendo su trabajo, es su deber procurar por todos los medios, ya sea la política criminal o el orden público, pero también la conciencia colectiva y la cultura ciudadana, una mayor convivencia, la paz social.
Todo eso cuando hoy en día los índices de homicidios y de conflictos sociales en el país son producto de la intolerancia y de la ausencia de autoregulación y conciencia. O cuál diría usted, amables lectores y lectoras, que es el problema de los homicidios culposos de borrachos al volante y en general los accidentes de tránsito. ¿Falta de normas?, ¿falta de control? Pues no, es evidente que la mayoría de esos accidentes ocurren por imprudencias y falta de autoregulación, de interiorizar que cumplir esas normas es procurar el cuidado de ese valor máximo que es la vida.
Superar ese drama nacional que es creernos por encima de la ley, más allá de ella, más hábiles que ella y más poderosos solo por el hecho de sentir que puedo romperla y burlarla, es lo que nos mantendrá en guerra, lo que mantendrá en vilo nuestra vida en comunidad. Y es que hoy el principal medio para lograr la inseguridad que todos decimos odiar, es nuestra manera de cooperar con la ilegalidad, con toda la red criminal que sostiene el peligro sobre nuestras cabezas como una espada de Damocles.
Así, entre la marcha por la vida y el “usted no sabe quién soy yo”, esta lo que debemos proteger, el Estado de derecho que no nos puede proteger per se, más allá del compromiso que podamos establecer por cumplirlo nosotros mismos y hacerlo cumplir a nuestras instituciones.
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