lunes, 20 de octubre de 2014

Inseguridad: El fantasma que nos acecha

Inseguridad: El fantasma que nos acecha y sigue creciendo

Hicimos un recorrido por los efectos que trae aparejado el fenómeno. A la vez, el antropólogo Leopoldo Buderacky realizó un análisis social en torno al tema.

La inseguridad que parecía lejana y ajena y que solo se podía observar en programas informativos de canales de Capital Federal, se trasladó a todo el pais  y forma parte de la realidad social.
Dejar la puerta abierta, sentarse a descansar en el patio, no colocarle un candando a la bicicleta y tantas otras circunstancias, se fueron reemplazando por medidas de precaución para cuidar, no solo de nuestros bienes materiales, sino para evitar desagradables momentos que pueden llegar a atentar contra la integridad física.
  • Métodos para cuidarse
Una de las medidas de seguridad más utilizadas por comerciantes y familias, son las alarmas. Según indicó Pedro Santini, propietario de una empresa encargada de vender estos productos, en los últimos tiempos «tuvimos muchas consultas, ya que el gobierno de la provincia no está aportando lo necesario para brindarnos seguridad, por lo tanto la gente debe buscar cómo cuidarse».
Detalló que existen dos tipos de alarmas, «una de ellas, es por monitoreo y la otra, es independiente». Ambas «son herramientas muy útiles que suman. Un ladrón lo va a pensar dos veces al momento de asaltar si sabe que hay una instalada».
Otro instrumento es «la alarma comunitaria», aunque «algunos barrios tienen colocado el antiguo sistema», comentó, a la vez que especificó que «no se instalan más porque no son muy efectivas. Ahora existen unas inalámbricas que cubren un radio de 50 metros. Si una zona cuenta con ella, alerta a toda la cuadra, ya que posee parlante con alta potencia y funciona aún si se corta la luz. Un equipo puede tener 20 vecinos conectados».
Una herramienta que se suma a las disposiciones preventivas, son las técnicas para la defensa personal en el caso de un ataque.
«Las personas no toman conciencia hasta que no les sucede algo», especificó Jorge Masih, profesor de taekwondo y defensa personal, quien manifestó que «teniendo en cuenta la inseguridad que existe, notamos que la gente no se vuelca a esta disciplina». Las cuales sirven «para todo; brindan confianza y levantan la autoestima. De esta manera, la actitud frente a una situación agresiva, hace actuar distinto y más seguro».
Lo aconsejable es «no resistirse y entregar todo. Si uno lo hace, hay que saber las técnicas», indicó, a la vez que expresó: «Lamentablemente los ladrones no tienen código, antes se escuchaba que robaban y nada más, pero ahora matan. Alguien que tiene una pistola, a su manera está asustado, si uno reacciona o hace un movimiento rápido, como consecuencia se aprieta el gatillo y se dispara».
  • Desarme
En el 2006, el gobierno nacional puso en marcha el «Programa Nacional de Entrega Voluntaria de Armas de Fuego», con el fin de reducir el circulante de armas en manos de civiles, a partir de la recolección de forma voluntaria y anónima a cambio de un incentivo económico.
Según manifiesta el Registro Nacional de Armas (RENAR), «reducir la cantidad de ellas en manos de civiles, ayuda a disminuir el número de las ilegales, puesto que una de las vías de provisión del mercado negro es, justamente, el robo y hurto de armas en casas particulares que detentan legítimos usuarios».
El aumento de los índices de criminalidad y violencia que «sufrimos en nuestro país en los últimos años, estuvo asociado directamente con la proliferación de armas de fuego», señalan desde el organismo.
Se especifica que «contrario a los argumentos que fundamentan la posesión de éstas como forma de protección, en el hogar aumentan la posibilidad de accidentes, heridos y muertos. Una persona que posee una, tiene que estar preparada psíquica y físicamente para disparar antes de ser atacada. Las armas de fuego constituyen un riesgo para la vida de todo el grupo familiar».
Entre las justificaciones se enumera que «impactan doblemente sobre la calidad de vida para quienes fueron baleados, traumatizados, intimidados, asaltados y violados a punta de pistola».
En el 2011, el RENAR, tenía registradas «1.240.000 armas de fuego». De las «107.000 que se destruyeron por el plan de desarme hasta esa fecha, aproximadamente la mitad, estaban empadronadas. Mientras que el resto, representaba menos del cinco por ciento de ese mercado ilegal».

  • Incertidumbre
Con el término «paradojal», definió a la sociedad argentina el antropólogo y licenciado en ciencias políticas Leopoldo Buderacky, quien hizo un análisis de la inseguridad que atraviesa nuestro país.
Por una parte, «padecemos importantes niveles de inseguridad y por otro lado, generamos una incertidumbre creciente, que están vinculadas». En este punto se detuvo y se explayó diciendo que «la Argentina funciona con incertidumbre económica, política, educativa y judicial, incluyendo las prácticas cotidianas. Todas ellas generan situaciones de violencia que vivimos en todos los ámbitos». Por un lado, «se declama discursivamente que padecemos inseguridad, pero aceptamos tales características sin hacer nada al respecto».
En ese sentido, aclaró que «no nos gusta, pero a la hora de votar, nos inclinamos por gobiernos que generan incertidumbre, porque estamos acostumbrados a ellos; esto es lo paradójico». Describió tal situación como «un círculo vicioso que se repite a lo largo de las décadas. Nuestro país parece funcionar así».
La inseguridad «puede ser corregida desde las esferas políticas del poder», sentenció el profesional, quien añadió que «no se va a combatir poniendo más patrulleros en la calle o brindándole más armas a los policías. Se logrará terminar con ella, dando fin a la inflación, a la corrupción, sosteniendo planes educativos coherentes y siéndolo en nuestras prácticas cotidianas, dejar de ser violentos y constituir un poder judicial independiente de los gobernantes de turnos». Sin embargo, «son todas características que no poseemos».
Adujo que «vivimos en una sociedad paranoica». Aquel que la padece, «se siente perseguido, pero en definitiva no hace nada para corregir aquello que le molesta. Tenemos un comportamiento neurótico, donde se pregona una cosa, y se hace otra».
Las situaciones de violencia que ocurren en la Argentina, «en otros países del mundo, son inaceptables. Lo que padecemos todos los días, hubiera hecho caer un gobierno», concluyó.
   
  • Consecuencias orgánicas
Los actos de violencia por robos y asaltos ocasionan reacciones inesperadas en las víctimas como hiperreactividad, trastorno del sueño o episodios de repetición de la situación vivida, indican los especialistas.
En este sentido, se recomienda una actitud positiva de la familia para ayudar a superar el stress postraumático.
El daño psicológico y el stress que ocasionan estos hechos, «aumentan el riesgo de sufrir enfermedades futuras, tales como problemas cardíacos; y tienen efecto acumulativo», señaló la psicóloga e investigadora BirgitPfitzar (Universidad de Adelaida de Australia), en una jornada del cuarto Congreso Mundial de Estrés Traumático.
En la oportunidad, contó sobre el estudio que desarrolló junto a otros colegas: «Las víctimas presentaban síntomas postraumáticos entre los que suelen estar la repetición involuntaria de reacciones que se produjeron en ese momento, revivir la angustia del hecho vivido, sentir despreocupación e indiferencia, insensibilidad emocional, aislamiento, falta de interés en las actividades diarias, vigilancia excesiva, irritabilidad o ataques de ira y sufrir falta de sueño, entre otras cosas».
Lic. Evangelina Bustamante

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