domingo, 11 de mayo de 2014

MOTOS, INSEGURIDAD Y ALGO MAS!!

Motos e inseguridad y algo mas!

Cuando en 2010 la joven embarazada Carolina Píparo perdió al que iba a ser su primer hijo, Isidro, bajo las balas de los denominados motochorros, se ensayaron numerosas reglamentaciones para evitar la reiteración de esos hechos criminales. Ahora, a casi cuatro años de ese hecho, en medio de una ola de inseguridad que, lejos de detenerse, ha ido creciendo en forma alarmante, se vuelve sobre el tema.
El disparador del nuevo debate ha sido una resolución del gobierno bonaerense, que ya rige, consistente en obligar a los acompañantes de un motociclista a usar casco y chaleco reflectante donde figure impreso el número de patente del vehículo. Lo mismo se le exige al conductor respecto del chaleco en caso de viajar solo, ya que el uso del casco es obligatorio para ambos por una cuestión de seguridad vial. Y se invita a los municipios a restringir los horarios de circulación de más de una persona en la misma moto en zonas bancarias, corredores comerciales y otro tipo de lugares sensibles a que pueda cometerse este tipo de delitos, según la particularidad de cada distrito. Quienes no cumplan deberán pagar multas y se les podrá retener el vehículo y retirar el registro.
Diversas asociaciones que agrupan a motociclistas hicieron notar su disconformidad. Opinan que coarta el derecho de circular libremente y que estigmatiza a quien conduce motos, al tener que llevar puesto un chaleco con la inscripción de la patente, al tiempo que consideran que serán los propios conductores el blanco preferido de los delincuentes a la hora de intentar conseguir identificaciones legales para seguir robando.
La experiencia en muchos otros países sobre este tipo de reglamentaciones es diversa, pero hay un dato coincidente: la obligatoriedad del uso del casco ha bajado notablemente el índice de muertes de motociclistas en accidentes de tránsito. El chaleco reflactante, en tanto, no ha dado los resultados esperados, pues de nada sirve una identificación más expuesta si no hay un cuerpo de inspectores numéricamente suficiente y decidido a hacer cumplir la norma.
En la ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, donde la Legislatura porteña vuelve a discutir una ley de identificación de motociclistas, resultaron exitosos los controles sobre uso de cinturones de seguridad y de alcoholemia durante el tiempo en que éstos fueron periódicos. Es cierto que el hábito hizo crecer la utilización del cinturón de seguridad en mucha gente, pero la discontinuidad del control derivó en que numerosas personas se sintieran liberadas de tal exigencia y volvieran a poner sus vidas en riesgo. Lo mismo ocurrió con los tests callejeros de alcoholemia.
En la Capital, la discusión sobre regulaciones a los "motoqueros" arrancó en 2010. Se presentaron varios proyectos que no llegaron a sancionarse. Hoy, el macrismo vuelve sobre el asunto con una iniciativa que dispone que el conductor y el acompañante lleven chalecos reflectantes con el dominio de la moto impreso en las partes trasera y delantera. En el caso del casco, deberá estar homologado y certificado por la autoridad competente. Paralelamente, restringe la circulación con un acompañante cuando la moto transite por una amplia zona del micro y del macrocentro en determinados horarios. Y quien no cumpla con esas disposiciones será sancionado con una multa de mil unidades fijas, que equivalen al costo de medio litro de nafta de mayor octanaje en la ciudad. La sanción podrá llegar al doble para el titular o responsable de un comercio que expenda o provea combustible o lubricante a las motocicletas sin placas de dominio o con conductores sin casco.
La intención de tratar de evitar que se produzcan nuevos delitos es inobjetable. Pero puede resultar totalmente insuficiente si no va acompañada de controles efectivos y sin tener un registro confiable y actualizado de un fenómeno que ha crecido en forma exponencial. Según datos de la Procuración de la Suprema Corte de Justicia bonaerense, en el 26% de los hechos cometidos por delincuentes, éstos habían llegado al lugar en moto.
Paralelamente, no hubo muchas políticas serias de control de tránsito que acompañaran el enorme crecimiento de la producción y venta de motos durante los últimos diez años. Y es común que se critique, y con razón, a los autos y colectivos que llevan sus patentes adulteradas, pero es menos corriente que se repare y castigue la enorme cantidad de infracciones que cometen los motociclistas.
Nuevamente se está ante una solución más parcial que global frente a un delito creciente y cada vez más violento. Un plan efectivo, necesariamente, debiera conllevar una adecuada y comprometida capacidad de control y sanción.

Fuente La Nacion 

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