jueves, 20 de marzo de 2014

LA INSEGURIDAD Y LOS POLITICOS

Argentina: la crudeza de la inseguridad asalta el debate político

Una reciente ola de crímenes, especialmente en la provincia de Buenos Aires y en la ciudad de Rosario, es de nuevo objeto de preocupación y disputa política en Argentina. Pero esta vez algo parece haber cambiado.

En un país donde los gobiernos acostumbran a atribuir al sensacionalismo mediático y la demagogia de la oposición la obsesión ciudadana por el tema de la inseguridad, son ahora los propios políticos oficialistas quienes levantan la voz de alarma.
Donde antes se hablaba de un problema de "sensación" o "percepción" de inseguridad ahora empieza a admitirse sin tapujos que la situación no está del todo bien.
Quizás el caso más sorprendente fue la revelación del diputado nacional oficialista Martín Insaurralde, quien admitió recientemente haber abandonado Lomas de Zamora (el distrito bonaerense del que fue intendente hasta hace tres meses) para irse a Puerto Madero, la zona más exclusiva de la capital.
"Nos mudamos por el tema de la inseguridad. Ella (por su novia) estaba en Palermo y ya tenía bastantes temores con el tema", dijo ante los medios cuando fue cuestionado.
Insaurralde fue el candidato de la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, en las últimas elecciones legislativas, cuando el exalcalde de Lomas perdió frente a su rival, el también peronista Sergio Massa.
Mientras, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, exvicepresidente de Néstor Kirchner y uno de los candidatos del peronismo para sustituir a la mandataria en 2015, Daniel Scioli, aseguró que se viven "horas dramáticas, con mucha sangre derramada y mucha violencia".
"Estamos ante delincuentes que están dispuestos a todo", dijo el gobernador después de que en su provincia, en poco menos de tres meses, se produjeran 60 crímenes mortales.
¿Un país inseguro?
En cualquier caso, y aunque el tema vuelva a estar en boca de todos, los niveles de criminalidad en Argentina siguen siendo relativamente bajos comparados con los de otros países de la región.
Según el informe de Naciones Unidas "Seguridad Ciudadana con rostro humano: diagnóstico y propuestas para América Latina 2013-2014", Argentina tiene una de las tasas de homicidios más bajas de América Latina, con 5,8 muertes violentas por cada cada 100.000 habitantes, seguido por Chile con 2, el más seguro de los países analizados.
El mismo documento pone por el contrario a Argentina en la cabeza de la región en robos, con 973 asaltos cada 100.000 habitantes, por delante de México o Colombia.
Sin embargo, los datos de este informe tienen hasta seis años de antigüedad.
Y aunque el gobierno asegura que no hay más inseguridad en el país actualmente que la que había en 2001 o 2002, en realidad es difícil comprobar cuantitativamente la evolución del fenómeno, ya que Argentina dejó de publicar en 2009 estadísticas oficiales sobre criminalidad.
Nueva violencia
Pero no se trata sólo de una cuestión de números, apunta Alberto Binder, analista del Instituto Latinoamericano de Seguridad y Democracia.
"Es objetivo que estamos en mejores condiciones de seguridad que otros países de América Latina, pero también es cierto que se produce un deterioro de la seguridad en los últimos años a nivel cualitativo", le dice a BBC Mundo.
"Aparecen lentamente fenómenos nuevos, formas de violencia a las cuales la población no estaba acostumbrada, así como mercados ilegales organizados: ajustes de cuentas, sicariato, crimen mafioso, etc.", explica.
Quizás el caso más paradigmático de estas nuevas formas de violencia sea el de Rosario, en la provincia de Santa Fe, donde el número de muertes por violencia supera los 200 cada año.
Aquí se triplica la tasa de homicidios del país, con un aumento de la criminalidad del 20% anual, según cifras de la provincia.
Incluso el Departamento de Estado de Estados Unidos coloca a Rosario como uno de los principales focos de crecimiento del narcotráfico y la violencia relacionada con el sicariato en el país.
Según un estudio de la Universidad Nacional de Rosario, el negocio del narcotráfico en la ciudad equivale a 2.000 millones de pesos anuales (US$252 millones), un tercio del presupuesto municipal.
Buenos Aires
Lejos de Rosario, en la capital, un hombre fue acribillado este mes mientras paseaba por los Bosques de Palermo, una de las zonas residenciales más exclusivas de Buenos Aires, cerca de las principales embajadas extranjeras.
Las autoridades investigan si la víctima, un colombiano residente en el país, tenía conexión con algún cartel del narcotráfico, y sospechan que su muerte tuviera que ver con un ajuste de cuentas.
Se trató de un caso aislado, un extraño fenómeno de violencia extrema que alertó a los vecinos, que sin embargo ya parecen acostumbrados a otros problemas de delincuencia.
En Tacita de Café, el establecimiento de desayunos y comidas de Gabriela Sosa, en el barrio de Palermo, todavía está roto el cristal de la puerta.
Un grupo de menores residentes en un asentamiento cercano al barrio y adictos al "paco" (pasta base de cocaína), dejaron su marca poco antes de ser arrestados. No era la primera vez.
"Antes, hace solo unos años, nunca había tenido ningún problema salvo algún ladrón que me había sacado la billetera en el subte (metro)", le dice a BBC Mundo.
"No es que ahora tenga miedo, pero me cuido más. He cambiado mis rutinas, pienso más por dónde ir, por dónde volver", explica.
Desde que comenzó el año, Gabriela sufrió un robo en su casa, en el sur del Gran Buenos Aires, asaltaron su cafetería una vez e intentaron entrar hasta en tres ocasiones más para llevarse el dinero de la caja y una computadora.
Soluciones
En la esquina del negocio hay desde hace días un agente de la Policía Federal apostado. Pero Gabriela sabe que será una solución a corto plazo.
Argentina debate otra vez cuál es la mejor forma de combatir el crimen: por un lado el gobierno apuesta por mayor inclusión social y más responsabilidad de las provincias en el combate a la delincuencia, por otro, la oposición pide más efectivos policiales y leyes más duras.
Un día los canales de noticias muestran las imágenes de carteristas robando a los viandantes junto al célebre Obelisco de Buenos Aires, al otro la noticia son los saqueos causados por el acuartelamiento de policías demandando aumentos salariales.
Y al siguiente, la campaña del líder opositor Sergio Massa en su cruzada por frenar un anteproyecto de Código Penal que sustituya al actual, con 100 años de antigüedad, acusando a sus promotores de querer bajar la pena a "a narcotraficantes y a los que roban con arma, violan o secuestran".
Mientras, periodistas, analistas y políticos discuten sobre la responsabilidad de los medios por "sobredimensionar" el fenómeno de la inseguridad o se culpan unos a otros de exagerar la situación para arañar algunos votos con un tema tan sensible.
Pero mientras, el cristal de la cafetería de Gabriela sigue roto.
"Estaría mejor si cada uno hiciera su parte como ciudadano... y si los políticos actuaran en lugar de hablar tanto", sentencia.
TERRA

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