Robos "piraña" en bares y confiterías, una modalidad delictiva que crece
Sus autores, generalmente, se movilizan en moto; no se preocupan por robar la caja; prefieren arrasar con lo que encuentran sobre las mesas, en especial celulares, tablets y notebooks
Se bajan de la moto, roban cualquier objeto de valor que esté a la vista y huyen. En pocos segundos, como si fueran "pirañas" se pueden llevar un botín de diez mil pesos o más, entre notebooks, tablets, celulares, relojes y carteras. Y el blanco está servido: los clientes de bares y cafés.
Los vecinos denuncian que los robos han crecido en los últimos meses, sobre todo en Palermo, Recoleta y Belgrano. La policía también dice haber logrado más detenciones de ladrones que se mueven en motocicleta, y advierte que en casi todos los casos se trata de "gente con antecedentes".
Según las estadísticas de las asociaciones de vecinos de distintos barrios de la Capital, desde abril pasado registraron 4897 arrebatos. Muchos de esos casos tienen que ver con asaltos perpetrados por motochorros. De ese total, doscientos cincuenta y cinco casos de robos o arrebatos a clientes de bares, cafeterías y restaurantes.
"Estos números parecen de poca consideración, pero deberían generar preocupación por el solo hecho de que en los mapas anteriores no aparecían. Además, al calcular el porcentaje por barrios el total es superior", dijo Nelson Durisotti, coordinador de la estadística.
Los lugares en los que más casos se registraron son Palermo, Recoleta, Belgrano, Núñez y Colegiales. Si bien los comerciantes prefieren no hablar del tema, en muchos locales tomaron medidas como trabajar a puertas cerradas, instalar cámaras de seguridad, contratar personal de vigilancia o poner un cerco en la vereda. Tal es el caso del bar Chef León, de Montañeses y Ugarte, en Belgrano, donde su dueña consiguió la autorización de la Ciudad para instalar un enrejado que separa la vereda de la calle para dificultar el accionar de los motochorros.
"A las 20, tenemos que cerrar porque después la zona se volvió peligrosa", dijo Frank, el encargado de Chef León. El joven, un colombiano que vino a la Argentina para estudiar, contó que hace poco sufrió una golpiza cuando le quisieron robar la notebook, luego de cerrar.
"Hay veces que tengo que invitar a la gente que se sienta afuera a que ingresen en el local porque comienzo a ver movimientos que no son normales, motos o autos que pasan una y otra vez. Por más que haya policía, buscan el momento justo para actuar", dijo el joven.
Simular ser clientes para estudiar los movimientos del lugar y las víctimas es otro de los rebusques de los delincuentes. Así fue como en un bar de Gorostiaga y Arce le robaron un lujoso reloj a un cliente que estaba almorzando en la vereda, según contó un empleado. En aquella oportunidad, un hombre llegó en una moto y se sentó a tomar una gaseosa cerca de su víctima. Minutos después, arribó un cómplice quien tomó a la víctima por detrás, y el que simulaba ser cliente comenzó a golpearlo en la cara. Luego de quitarle el reloj, el celular y la billetera, los maleantes huyeron cada uno en su vehículo y en distintos sentidos.
Pero la mayoría de las veces, el accionar es mucho más simple y ni siquiera es necesaria la participación de un cómplice. Tal es el caso de una mujer a la que días atrás le robaron su computadora en una cadena de té situada en Uriburu y Pacheco de Melo, en Recoleta, también al mediodía. Allí el delincuente entró al local, tomó la máquina y luego escapó a bordo de una motocicleta.
Para los policías que recorren las calles, es difícil anticipar estos episodios, sobre todo por la rapidez en que ocurren. Aunque más de uno confirmó a LA NACION la hipótesis de muchos comerciantes, de que los delincuentes aprovechan el horario bancario en el que los policías custodian la entrada y la salida de las entidades, para asaltar al resto. Incluso el botín puede ser mayor si se tiene en cuenta el límite de dinero que manejan las líneas de cajas de los bancos.
Desde las asociaciones barriales señalan además que algunos locales no tienen más remedio que cerrar sus puertas por culpa de la ola delictiva. Tal es el caso de un bar situado en la esquina de Quinteros y Riccheri, en Belgrano...
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