SOMOS TODOS Y LA HACEMOS ENTRE TODOS!!!
La inseguridad se ha convertido en el primer
problema argentino. Su dimensión conocida como flagelo social en el continente y
en el mundo, no consuela a una comunidad que, debe reconocer, ha perdido parte
de su espíritu solidario.
En verdad, el reclamo de
protección encierra un anhelo mayor: la reconstrucción de la sociedad y del
estado, con estructuras nuevas y eficaces, representativas del consenso general
por volver a ser una comunidad organizada. Cuando esto ocurra, no sólo habrá
seguridad física y jurídica como centro de la vida civilizada, sino también
equidad y armonía en todos los aspectos de la actividad del país.
La
seguridad, así concebida, es el tema político por excelencia, ya que en el
desorden muere la política y nace el enfrentamiento, no importa cuanto tiempo
incube, que siempre será corto, como lo demuestra la violencia desbordada en
varias naciones hermanas de nuestra América. El narcoterrorismo, el tráfico de
armas, la feudalización armada de regiones enteras, en un marco de negligencia y
corrupción., están demasiado próximas en la información y en la vivencia, como
para no prevenir un futuro indeseado por la gran mayoría de un pueblo
noble.
Este debe ser el debate público, pues la transformación económica
no ha sido acompañada aún por la transformación humana e institucional
compatible a un sistema de justicia social. Por el contrario, la zona de tierra
arrasada entre lo económico y lo social, hace proliferar la "violencia
estructural" de la exclusión, el desarraigo y la miseria, potenciando viejas y
nuevas formas de agresión y delincuencia. El problema es complejo y exije un
esfuerzo conjunto:
Del gobierno y su voluntad de hacer, aplicando
recursos humanos de reserva.
Del estado y sus instituciones, en términos
de reforma conceptual y técnica de la seguridad.
Del ciudadano, la
sociedad y sus organizaciones, en cuanto decisión de participar activamente en
las soluciones y las propuestas.
En la parte específica, los encargados
de ejercer autoridad para la protección de la comunidad, tienen que demostrar
calidad personal e idoneidad profesional. Virtudes opuestas a tan lamentable y
frecuentes casos de oportunismo, improvisación y sencionalismo de prensa.
Simultáneamente, hay que fomentar y promover diversos modos de asociación civil,
vecinal y barrial; capaces de concertar tareas auxiliares de seguridad y
realizar el control ciudadano correspondiente.
Porque, ante el carácter
de la crisis: seguridad somos todos o no hay seguridad.
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