domingo, 5 de agosto de 2012

EN LA QUE TODOS PERDEMOS....


Una pelea en la que todos pierden

a inseguridad ha sido la primera preocupación de los argentinos a lo largo de la última década. Ha observado picos en abril de 2008 y setiembre de 2009, donde el 85% de los encuestados lo mencionaba como su principal preocupación y ese número nunca disminuyó del 65%. Durante julio de este año, y a pesar de que hoy compite con la preocupación por las cuestiones económicas, la inseguridad vuelve a alcanzar picos del 85%. Al analizar en detenimiento esta cifra observamos que, si bien proporcionalmente más mujeres opinan que la inseguridad es el problema que más le cuesta resolver al Gobierno, es una preocupación transversal a todos los segmentos etarios y socioeconómicos, así como también es independiente del barrio o la zona en la que resida.
La opinión acerca de la inseguridad es independiente del voto a presidente 2011 y aparece mencionado en primer lugar por un mayor porcentaje de quienes desaprueban la gestión de Cristina Fernández (47% vs. 30%).
Frente a esta preocupación, la percepción de la opinión pública es que este flagelo, que ya se considera de índole nacional y en menor medida provincial y municipal, no ha formado ni forma parte de la agenda del gobierno nacional. De hecho, el Gobierno ha evitado referirse a el. Tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández eludieron en sus mandatos la palabra inseguridad, con excepción de dos momentos: el multitudinario reclamo que enfrentó Kirchner tras el asesinato de Axel Blumberg y Cristina Fernández, ante la toma del parque Indoamericano, con un saldo de tres muertes y la consecuente creación del ministerio de Seguridad comandado por Nilda Garré.
Sin embargo, en el último tiempo, la discusión sobre la responsabilidad frente al delito ha generado enfrentamientos políticos, fundamentalmente entre el gobierno nacional con el gobernador bonaerense, Daniel Scioli y con el jefe del Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri. Frente a esas peleas la sociedad reacciona con rechazo y todos pierden: la sensación es que la puja política no deja espacio para que alguien se haga cargo del problema y lo resuelva. En este sentido, la impresión de la opinión pública es que tampoco la oposición ha enfrentado seriamente el problema salvo raras excepciones: Francisco de Narváez, como parte de una búsqueda de posicionamiento, o intendentes como Sergio Massa, que han tomado la cuestión como eje de gestión.
Hoy nuevamente, episodios como la salida de presos de las cárceles, defendido desde el Gobierno como método de reinserción, retoma la discusión entre mano dura y garantismo que aparece cada vez que un hecho nos conmueve. Evidentemente no fuimos capaces de reconocer la dimensión del problema y construir políticas de Estado para plantearse, desde una actitud diferente, un principio de solución..


Por Mariel Fornoni  

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