lunes, 7 de mayo de 2012

EL CASO URBANI.... NOS PUEDE PASAR A CUALQUIERA!


“No sé si alguna vez podré hacer el duelo por el asesinato de mi hijo”

Los dedos se cierran sobre cada cigarrillo con fuerza y destreza. Una y otra vez, hasta que, cada dos minutos, se extinguen para mezclarse en el aire pesado del living. Entre pitadas, Julia Rappazzini de Urbani habla. Enuncia un relato que dijo mil veces, diez mil, cada vez más pulido, más preciso, separando las palabras que ya no le sirven y reemplazándolas por otras, mejor dotadas para colorear su película. Su drama. El de la muerte de Santiago, su hijo de 21 años, asesinado en su casa de Tigre el 10 de octubre de 2009. Y el de seguir viviendo con ese agujero en el alma.
“Me integré a un grupo que me hace bien. Somos unas catorce mamás de chicos y chicas asesinados, que nos reunimos una vez por mes para charlar. Somos como hermanas: no hace falta explicar nada, justificar nada. Podemos pasar de un diálogo frívolo a llorar con desesperación. Juntas vamos a los juicios, tratamos de ser un equipo de contención para las demás. La mayoría somos del 2008 y 2009 –dice, como quien identifica el año de una promoción escolar–, pero a la más ‘vieja’ le mataron al hijo en 2003. Ella es como una referencia, un espejo.” ¿Qué les muestra ese espejo? “Que el tiempo no cambia nada. Que el dolor y la desesperanza son los mismos. No sé si alguna vez podré hacer el duelo por mi hijo”, reflexiona. 
Julia –Juli, para los amigos– es bioquímica, tiene 54 años y está maquillada con delicadeza, aunque la pintura no logra atenuar unos rasgos agravados por la expresividad de su rostro. “Plata no quiero. Entonces, ¿cómo me pueden reparar el daño que me causaron? ...

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