domingo, 16 de mayo de 2010

Cambios al ritmo de la inseguridad La inseguridad, que constituye el principal problema que manifiestan los bonaerenses, provocó un fuerte cambio en el gobierno provincial y dejó traslucir la interna que existe dentro de la administración Scioli.


La salida de Carlos Stornelli, y su reemplazo por Ricardo Casal, que pasará a conducir dos ministerios en uno (Justicia y Seguridad), de ahí el mote de “superministerio”, fue la consecuencia de un efecto retardado, que tuvo su origen en distintos escándalos mediáticos del año pasado.
“Es necesario tener un ministro con más cintura mediática, en un tema tan sensible”, se le escuchó decir a un importante funcionario, días antes de conocerse los cambios.
Pero el pedido de renuncia a Stornelli también fue el corolario de una pelea por poder dentro del gobierno provincial, que comenzó casi en los inicios de la gestión del gobernador Scioli, con la disputa interna entre su hermano, José “Pepe” Scioli, y su jefe de Gabinete, Alberto Pérez. Este último se impuso claramente y, por pedido de los Kirchner, Pepe Scioli dejó de ser secretario general de la gobernación.
Esa interna llegó a su fin pero, igualmente, los reposicionamientos continúan a la orden del día en la administración provincial, teniendo como principales protagonistas a dos grupos: los funcionarios de origen porteño que acompañan a Scioli desde que el gobernador era diputado nacional por la Capital Federal, y los funcionarios que responden a los barones del Conurbano y/o a la estructura orgánica del PJ bonaerense. Estos últimos representan el control territorial del Gran Buenos Aires y actualmente, de forma directa o indirecta, manejan los ministerios de Desarrollo Social y Salud, y parte el IOMA. Están agazapados, desde hace varios días, ante el avance de los sciolistas puros, que cada vez van ocupando mayores lugares de poder.
Ambos sectores coincidían en un punto: la necesidad de la renuncia de Stornelli; pero ahora manifiestan marcadas diferencias respecto a cómo encarar la nueva etapa.
Si bien la imagen importa, y mucho, para un gobierno como el que encabeza Scioli, puede ser al mismo tiempo un arma de doble filo si la comunicación no va acompañada por medidas de fondo. Hace más de 10 años que en la Provincia se vienen realizando reformas y contrarreformas en materia de seguridad, endureciendo y flexibilizando leyes en función de un termómetro que suele ser impuesto por los medios. Pero la realidad, que siempre es la única verdad, muestra que no se han puesto en práctica medidas de fondo. Y una clara muestra de ello es que en la última década, según un informe elaborado por el Instituto de Acción Cívica y Planificación Estratégica, dirigido por el ingeniero Pablo Luchessi, “los secretarios de Seguridad tuvieron una permanencia de 8 meses en el cargo, dato más que elocuente del grado de improvisación con el que se ha administrado la seguridad de los bonaerenses”.
El punto positivo de los cambios anunciados la semana pasada es el reconocimiento sincero que manifiesta la administración Scioli de que existe una deuda pendiente en el combate con la inseguridad. El diagnóstico parece ser el acertado, el mayor inconveniente ahora es encontrar el tratamiento.
Además de las acciones de carácter económico y social que se deben poner en marcha para atacar las verdaderas raíces de la ola de inseguridad, también resulta urgente avanzar con planes estratégicos tendientes a la profesionalización de las fuerzas de seguridad. Es decir, otorgar posibilidades concretas para que la formación policial permita acceder a un salario digno (que no obligue a los agentes a pasar días enteros sin dormir, haciendo horas extras), con capacitación permanente, equipamiento moderno y acorde para combatir las nuevas formas de delito, y alcanzar ascensos en función -solamente- de las aptitudes profesionales.
En ese contexto, para constituir una política de Estado de poco sirven las peleas palaciegas por ocupar los espacios de poder. Internas existen tanto en el gobierno de Scioli, como en todas las administraciones gubernamentales del mundo, pero en determinado momento se hace necesario poner un freno a las ambiciones personales y plantear políticas a mediano y largo plazo.
Por el momento, las disputas no ponen en riesgo la gobernabilidad y difícilmente eso suceda. Pero no deja de ser un llamado de atención.
Juan Gossen
Gossen@diariohoy.net



http://www.diariohoy.net/accion-verNota-id-84625-titulo-Cambios_al_ritmo_de_la_inseguridad

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