miércoles, 14 de abril de 2010

BARRIO ALMAFUERTE

 

Barrio Almafuerte; En busca de la casa prometida

 


Siguen denunciando “irregularidades” en la construcción de las casas nuevas que les otorga el gobierno mediante el programa de urbanización de ese barrio de emergencia * Los vecinos celebran los cambios que se impulsaron a partir de estas obras, pero aseguran que siguen viviendo “como en la villa” * A continuación, cinco testimonios de cómo continúa este proceso de transformación del asentamiento, uno de los más antiguos del distrito *
Cuando los habitantes de Villa “Palito” de La Matanza, convertida en el barrio Almafuerte, abandonaron sus precarias casillas lo hicieron con la ilusión de que el proceso de urbanización en marcha les traería una mejor calidad de vida para todos. A algunos ya les fueron otorgadas sus nuevas casas y advierten serios problemas de filtraciones y resquebrajamiento de paredes; otros llevan años esperando el hogar que les habían prometido en meses, mientras viven en condiciones insalubres.
No todos los vecinos se animan a hablar; están los que prefieren seguir esperando a que los muchachos de la cooperativa constructora vayan a “emparchar” algunos de los problemitas, como les prometieron el día anterior a que NCO llegara al barrio, mientras que otros ya desahuciados denuncian que las ampliaciones realizadas a sus casas “están mal hechas”.
“Queremos una solución”
Juan Farías muestra en la casa de su madre cómo están las paredes y el techo de la habitación llenas de moho y humedad como consecuencia de las filtraciones. Hace cinco años que “Lola” vive en ese núcleo donado por la embajada francesa al gobierno local y al cual la cooperativa El Progreso le edificó una ampliación que consiste en un baño y ese dormitorio. La mujer padece de várices en las piernas y por prescripción médica tienen que guardar reposo durante seis meses de recuperación, pero cada vez que llueve debe correr los muebles para que no les caiga el agua encima. También, contó que hay goteras cada vez que llena el tanque de agua.
La familia de Farías se cuenta entre las primeras que llegaron a habitar el barrio y a la cual le asignaron uno de los trece núcleos cedidos por los franceses, destinados para personas mayores, gente con discapacidad y carenciada, por el que deberán pagar a futuro el correspondiente terreno donde están asentados. “Los trece módulos tenían calefón, pero después del acto de entrega se los sacaron. A todas les tuvieron que hacer ampliaciones, y la mayoría tiene problemas –protestó-. Si yo intento arreglar mi techo también toco el del vecino, porque es un murito lo que cubre las dos paredes, y después voy a tener problemas con el lindero porque le toqué la pared de él. Esas son las complicaciones que tenemos”.
“Cuando estábamos dentro de lo que era el casco de la villa, vivíamos en una casilla de madera. Con techo de chapa y cartón. Y nunca nos goteaba. Apostamos al progreso, que era esto, la urbanización del barrio. Nosotros estamos agradecidos por esta urbanización, pero seguimos viviendo como en la villa”, afirmó Juan.
El hombre viene reclamando el arreglo de esas reformas hace aproximadamente un año y medio. Ni siquiera ser el hermano de quien está a cargo de los “parches” le valió para conseguir que atiendan su pedido. Desde la cooperativa le propusieron, según aseguró, que le iban a dar el material para que él mismo se encargara de las reparaciones que reclamaba. “‘No tenemos tiempo, te damos los materiales y arreglalo vos’, me dijeron; el tema no es que nosotros lo tenemos que arreglar, porque el día de mañana mi vieja tiene que pagar estos arreglos. Nosotros lo que queremos es una solución”, reclamó Farías.
Por último recordó que “el problema comenzó antes de que viniera acá mi mamá, yo trabajaba en vigilancia y ya se llovía adentro de los núcleos. A la señora de al lado se le llovía todo y le tuvimos que dar una mano”.
“Vivíamos mejor”
La vecina a la que hace referencia Juan es Carolina Britez, también moradora desde hace cuatro años de uno de los núcleos. Primero vivió en ese solo ambiente durante dos años y después una de las cooperativas le construyó la ampliación. “Estábamos en las casillitas y si a mí no me daban una casa no podía venir con la nena, tenía ocho meses y estaba internada en terapia intensiva, por eso me la adjudicaron”, explicó la mujer.
Su situación es la misma: Las filtraciones y la humedad en techo y paredes comenzaron a aflorar a partir de la semana de construida el nuevo ambiente. A esto se le sumó la invasión de plagas en el cielorraso. “Como no habían curado la madera del techo, empezaron a salir insectos”, contó.
“Vivíamos en una casillita, pero vivíamos mejor”, se lamentó Britez.
El caso de Emilia Acosta no difiere del de sus vecinos de enfrente. Las paredes de su nueva vivienda presenta múltiples rajaduras y en el interior se pueden ver las mismas manchas que provoca el traspaso del agua pluvial. “Allá estábamos bien, nunca nos entró agua ni teníamos las paredes así”, coincidió Emilia.
La casita, de dos ambientes, la comparte con la familia de su hijo y están requiriendo una ampliación. “Mi nuera y mi hijo duermen con el bebé y el otro nene en la misma habitación, no puede vivir así como en una jaula, pero no les quieren hacer la ampliación. Nos prometieron que iban a venir, esto hace unos tres años”, aseguró.
Un techo para sus hijos
A Cintia Reyes y a sus cuatro chiquitos (que estuvieron internados por neumonía) los trasladaron a una casita improvisada con la promesa que en seis meses iba a tener habilitada su nuevo hogar de material, pero el tiempo pasó y aún no puede darle un techo digno a sus hijos.
“Nosotros teníamos que salir de donde estábamos para que nos hagan la vivienda; me hicieron una casillita donde llueve más adentro que afuera”, relató la joven, y cada vez que esto pasa “tengo que cortar la luz porque se mojan los enchufes y se electrifica todo”, alertó.
Su bebé estuvo hace poco internada con neumonía “y no puede estar en una situación así”. Por eso, le solicitó a la cooperativa a cargo de la edificación de su casa que al menos le dieran unas membranas para proteger el techo de la casilla provisoria, “pero dicen que no hay plata para eso”, afirmó, y sentenció: “Siempre nos dicen lo mismo, y que hay que hablar con Juan (Enríquez, presidente de la cooperativa Barrio Almafuerte) aunque cuando pedís hablar con él nunca te atiende”. “La casa la necesito sobre todo por los chicos, porque a los cuatro ya los tuve internado con neumonía”, recalcó.
Entre las cucarachas
Ángela Galván, es otra joven mamá que vive con sus dos hijos en una casa provisoria que le ofrecieron para que esperara durante seis meses la entrega de su nueva morada. “Está infestada de cucarachas –contó-. Pedí que me fumiguen, dicen que no pueden venir porque hay un solo fumigador en toda La Matanza y que está de vacaciones”.
Y recordó desesperanzada que “Un mes atrás me dijeron que supuestamente me van a dar un dúplex usado; hace rato me dicen eso, y que no viene la plata de la Nación, entonces cuando me dicen eso les digo que me fumiguen y también coloquen membrana porque se llueve adentro”. Además, reclama que no tiene agua hace tres años, y que “se me prendió fuego el techo por los cables que caen, pedí que me arreglen y nunca se acercan”.
http://diarionco.com/news/?p=45900

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